Las causas más comunes de los sofocos y los sudores nocturnos son los desequilibrios hormonales. Esto puede ocurrir con cosas como el embarazo y la menopausia, o con menos frecuencia, el síndrome premenstrual. A veces, los desequilibrios hormonales también pueden ocurrir con ciertas afecciones médicas, como fiebre alta o infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
Los sofocos y los sudores nocturnos se caracterizan normalmente por una repentina sensación de calor, incluso cuando el clima o las temperaturas interiores no lo ameritan, además de despertar por la noche con sudoración intensa. Cada persona puede experimentar estas cosas en diversos grados, algunos días son muy severos y otros días con pocas o ninguna ocurrencia. Muchas veces los sofocos pasan en varios minutos.
Muy a menudo, los sofocos y los sudores nocturnos se deben al aumento y la disminución de ciertas hormonas que se encuentran naturalmente en el cuerpo. Muchas mujeres experimentan estas cosas durante la menopausia cuando los niveles de estrógeno caen drásticamente. Se pueden combatir con terapia de reemplazo hormonal y algunos otros tratamientos. A veces, las mujeres embarazadas también experimentan síntomas similares, pero normalmente desaparecen después de dar a luz.
En algunos casos, los sofocos y los sudores nocturnos pueden deberse a una afección médica grave. Ciertas infecciones pueden causar sudores fríos por la noche, así como calor intenso debido a la fiebre. Esta es casi siempre una condición pasajera que se puede curar con medicamentos o dejando que la enfermedad siga su curso. Por lo general, la fiebre se puede reducir con medicamentos, aunque si esto no funciona, se debe consultar a un médico para obtener más consejos.
La infección por VIH también puede causar sofocos y sudores nocturnos en algunos pacientes. Esto puede ocurrir en menor grado con la contracción de la enfermedad, así como más adelante como síntoma principal. Por lo general, no existe tratamiento para esta afección cuando está relacionada con el VIH. Los pacientes deben dormir con ropa de cama absorbente que mantenga la humedad alejada del cuerpo. También puede ser una buena idea evitar la ropa que se pegue a la piel, como la seda o el satén.
El tratamiento principal generalmente consiste en tratar la afección subyacente. Cuando la afección no se puede tratar, los pacientes pueden encontrar formas de afrontar el malestar tomando duchas frescas durante el día y por la noche, vistiendo ropa fresca que absorba la humedad y bebiendo mucha agua. Ocasionalmente, puede ocurrir sudoración durante las horas de vigilia, por lo que un desodorante o antitranspirante puede ayudar. En casos muy graves, las glándulas sudoríparas se pueden extirpar o bloquear para reducir los síntomas de sudoración.