El corazón humano es un músculo que se contrae involuntariamente y es responsable de la distribución de la sangre por todo el cuerpo. La secuencia de movimientos del corazón se puede clasificar como contracción, que se conoce como sístole, y diástole, que es un término que se usa para describir la relajación. El volumen sistólico final es simplemente el volumen de sangre que permanece en el corazón después de que se completa una contracción.
La sangre es el fluido rico en nutrientes que llena las venas y arterias del cuerpo, permitiendo que los órganos y otras estructuras a las que llega puedan realizar sus funciones. Sin oxígeno, factores de coagulación, vitaminas y minerales en la sangre, los órganos que dependen de estas partículas que sustentan la vida no podrían funcionar. El corazón es el motor detrás del mecanismo de transferencia de sangre, y sin sus contracciones y relajaciones, la sangre no tendría forma de moverse por todo el cuerpo.
El volumen sistólico final se puede considerar como la sangre que queda en el corazón. Cuando el corazón se relaja, sus cámaras se expanden, provocando una disminución en la presión de la cámara que hace que entre sangre. Cuando entra suficiente sangre en las cámaras, la presión se iguala, momento en el que, en un corazón sano, se inicia la contracción. No toda la sangre que alguna vez estuvo en las cámaras sale con cada latido, dejando un volumen sistólico final específico restante.
Mientras más sangre circule, generalmente significa que los nutrientes más abundantes son para el cuerpo, lo que hace que sea más probable una función fisiológica saludable. También existe una relación directa entre la sangre disponible para la expulsión del corazón y el volumen realmente expulsado. Este principio se conoce como la ley de Frank Starling en honor al fisiólogo que lo reconoció por primera vez. Básicamente, cuanto mayor es la precarga, o el volumen de sangre en el corazón antes de la contracción, mayor es el volumen sistólico, que es la cantidad de sangre que se envía a todo el cuerpo con una sola contracción.
El corazón, la sangre y el volumen sistólico final no son directamente visibles sin intervención médica, por lo que el uso de medidas específicas puede ayudar a ilustrar lo que realmente sucede en el corazón. El volumen sistólico final, por ejemplo, está típicamente entre 16 y 143 mililitros, con la media generalmente en el rango de 50 mililitros. El volumen sistólico es de aproximadamente 70 mililitros en promedio y el volumen diastólico final, la cantidad de sangre después de la fase de relajación, varía de 65 a 240 mililitros.
La importancia de medir muchos de estos valores es evaluar mejor cualquier aspecto del corazón que pueda no estar funcionando correctamente. Por tanto, es mucho más fácil identificar y tratar posibles dolencias. Estos valores, por supuesto, están sujetos a cambios y dependen ligeramente de las herramientas utilizadas para medirlos.