La disartria es un trastorno de deterioro del habla que puede presentarse con síntomas relacionados. Estos posibles síntomas adicionales, incluidos problemas respiratorios o para tragar, son factores importantes en la evaluación de la disartria. La manifestación de los síntomas centrales, como las alteraciones de la vocalización, también proporciona información clave en la evaluación. Tanto las causas como los síntomas ayudan a crear el sistema de categorización para la evaluación de la disartria. Dado que el daño del sistema nervioso a menudo sienta las bases de esta afección, las pruebas neurológicas también deben considerarse un factor principal.
Varias formas de deterioro del sistema nervioso pueden dañar los músculos que controlan el habla y provocar disartria. Una persona puede tener un defecto congénito congénito que daña los nervios. Otras condiciones surgen durante los años críticos de desarrollo de la infancia, como la parálisis cerebral. Los trastornos degenerativos, por otro lado, suelen aparecer en algún momento de la edad adulta y constituyen un empeoramiento progresivo de la función. Las lesiones traumáticas, las infecciones o los déficits corporales repentinos como un accidente cerebrovascular también pueden afectar el funcionamiento de los nervios y causar diferentes tipos de disartria.
La ubicación del daño del sistema nervioso afectará la presentación de los síntomas y el grado de gravedad durante la evaluación de la disartria. En general, el daño a las neuronas motoras en la corteza cerebral del cerebro puede causar la mayoría de las anomalías. Por ejemplo, la disartria espástica se diagnostica cuando estas células nerviosas centrales están dañadas. Los síntomas incluyen los siguientes: voz tensa; incapacidad para vocalizar frases largas; confusión de consonantes; y una velocidad de habla lenta y grave. El daño a las células nerviosas motoras inferiores que se conectan a los músculos caracteriza la disartria flácida, que generalmente resulta en menos síntomas.
El daño de las células nerviosas motoras también puede ocurrir en el cerebelo o los ganglios basales del cerebro, manifestándose como ataxia, disartria y disartria hipocinética o hipercinética, respectivamente. El daño en cualquiera de las áreas puede crear algunos de los síntomas antes mencionados o síntomas adicionales como el uso incorrecto de las vocales, tonos inusuales o pausas prolongadas en el habla. Si bien las personas pueden sufrir daños en un área, las disartrias mixtas que afectan diferentes áreas del cerebro y el sistema nervioso son quizás más comunes en la evaluación de la disartria. Dependiendo del origen y la gravedad del daño, las personas pueden experimentar dificultades ocasionales del habla o pueden sufrir anomalías crónicas del habla a largo plazo.
Dado que las áreas impactadas del cerebro controlan más acciones que el habla, pueden desarrollarse otras condiciones asociadas junto con las dificultades del habla. Las personas afectadas, por ejemplo, ofrecen un tono nasal a la voz. Este efecto se debe en gran parte a la alteración de la respiración. Además, los síntomas como una voz tensa a menudo son el resultado de un deterioro de los nervios primarios que controlan la deglución. A nivel psicológico, la depresión debida a las dificultades del habla puede presentar otra arruga en la valoración.
Los procedimientos de prueba como la Evaluación de disartria de Frenchay que se enfoca en los patrones del habla ayudan a los médicos en la evaluación de la disartria. El médico recolectará una muestra del habla del paciente y examinará de cerca qué características están presentes en el habla del paciente. Por ejemplo, el médico puede notar anomalías en la vocalización del paciente de pequeñas unidades de sonido o fonemas. Además, se realizará un examen físico de la boca y el área facial, y se anotará cualquier aberración, especialmente cuando el paciente está hablando. Las pruebas de imágenes cerebrales y los análisis de sangre pueden ayudar a descubrir la fuente del problema.
Teniendo en cuenta todos los factores anteriores, los médicos utilizarán una evaluación para determinar qué tipo de enfoque terapéutico se adapta mejor al paciente. La respuesta individual de un paciente a estas afecciones puede determinar si necesitará un tratamiento a largo plazo y qué tan bien funcionará el tratamiento. Para los casos en los que los síntomas son menos graves, el fortalecimiento de los músculos relacionados con el habla mediante la terapia de repetición de vocalizaciones a menudo puede facilitar la mejora. Si los síntomas son generalizados y el daño se localiza en varias áreas del sistema nervioso, los dispositivos de asistencia para el habla pueden ser una mejor opción para tratar la disartria.