El asesinato de personajes es el intento de desacreditar a una persona dañando su carácter personal. Esta táctica se usa a menudo para dañar a un individuo por despecho o beneficio personal, en situaciones tan pequeñas como una fábrica de rumores en el aula o tan grandes como una elección nacional. Cuando se intenta el asesinato de un personaje mediante el uso de mentiras, exageración grave o tergiversación de hechos, puede considerarse calumnia o difamación y, a veces, puede resultar en cargos legales.
En general, el objetivo del asesinato de un personaje es causar algún daño al objetivo como resultado de las historias o rumores. Por ejemplo, en una elección política, un candidato puede intentar dañar la reputación de un oponente alegando que está alejado de miembros de la familia o que tiene un historial de relaciones maritales. Los rumores que se difunden no necesariamente tienen que estar relacionados con el tema en cuestión, como si el individuo objetivo sería o no un buen alcalde o gobernador; en cambio, solo necesitan hacer que los votantes se cuestionen si el objetivo se adhiere a los estándares morales y personales culturalmente aceptables.
En entornos más pequeños, como lugares de trabajo o escuelas, las tácticas de intimidación pueden adoptar la forma de asesinato de personajes. Si un estudiante desea vengarse de un enemigo, puede difundir rumores de que la persona toma drogas, es sexualmente promiscua o hace trampa en los exámenes. Si bien estos cuentos pueden parecer frívolos, pueden hacer que el individuo objetivo experimente desprecio y maltrato por parte de sus compañeros, y pueden conducir al aislamiento social e incluso a la depresión. En el lugar de trabajo, los rumores sobre la vida personal de un compañero de trabajo no solo pueden ser perjudiciales socialmente, sino que también pueden dañar las perspectivas profesionales dentro de la industria.
El asesinato de personajes se asocia frecuentemente con figuras políticas y públicas, y ha sido durante mucho tiempo un pilar del drama electoral. A mediados del siglo XX en Estados Unidos, durante el apogeo del macartismo, muchas personas inocentes vieron sus trabajos terminados por la mera sugerencia, sin pruebas, de afiliaciones comunistas. Los anuncios de las campañas electorales, aunque a menudo eluden las acusaciones directas, con frecuencia enfatizan los aspectos negativos del carácter de un candidato para crear una imagen más halagadora de su oponente.
Si bien algunos intentos de asesinato de personajes pueden transmitir información verificable, aquellos que se ocupan de mentiras y exageraciones corren peligrosamente cerca de la ilegalidad. Difundir mentiras consciente y maliciosamente es ilegal en muchas regiones y puede resultar en cargos criminales contra el instigador. Las leyes de difamación y difamación tienen como objetivo evitar el asesinato de personajes mediante mentiras, pero los cargos son a menudo difíciles de probar en los tribunales.