La mioquimia es una afección que provoca movimientos involuntarios de los músculos. Puede afectar la cara o cualquier grupo de músculos del cuerpo, especialmente los grupos más pequeños como los dedos. La mioquimia puede ocurrir por sí sola, pero a menudo es un síntoma de otro trastorno neurológico o del movimiento.
La mioquimia facial ocurre típicamente en los párpados y afecta el músculo orbicular de los párpados que controla la apertura y el cierre del párpado, lo que produce espasmos palpebrales. Puede deberse a un estrés excesivo o al consumo de alcohol o cafeína, que suele ser temporal y desaparece sin tratamiento. La afección también puede ser un signo de espasmo hemifacial, un trastorno que comienza con espasmos oculares y finalmente afecta un lado de la cara. Los espasmos faciales también pueden ser un síntoma de blefaroespasmo, un trastorno que afecta la capacidad del cerebro para manejar adecuadamente el movimiento.
La mioquimia de las extremidades puede presentarse en forma de contracciones leves o espasmos intensos. La afección puede ocurrir en los brazos y las piernas, pero a menudo tiende a inhibir el control del movimiento de la mano. Puede ser un síntoma de esclerosis múltiple, un trastorno que daña el sistema nervioso y limita el control del movimiento muscular. El movimiento involuntario de las extremidades también puede ser un signo de hipotiroidismo, en el que la glándula tiroides no suministra al cuerpo suficientes hormonas para controlar adecuadamente el metabolismo y los niveles de energía. Aunque las sacudidas o los espasmos son los síntomas más comunes de la mioquimia, pueden terminar provocando otros síntomas. El movimiento involuntario constante puede causar calambres o rigidez en el área afectada o también puede resultar en dolor y fatiga.
Si la mioquimia es causada por el estilo de vida, es posible que no requiera tratamiento, especialmente si se cambian las actividades culpables. Es posible que algunas personas no encuentren la afección lo suficientemente molesta como para buscar tratamiento o alterar su estilo de vida. Si la afección es un síntoma de una afección médica subyacente, puede desaparecer con el tratamiento adecuado para el problema preexistente, aunque los trastornos del movimiento a menudo no tienen tratamientos efectivos.
El ejercicio ligero puede ayudar a reducir la frecuencia de los movimientos constantes, pero generalmente es supervisado por un profesional de la salud para evitar que la afección empeore. También se pueden recetar medicamentos anticonvulsivos para controlar los movimientos involuntarios excesivos, especialmente si ocurren con la frecuencia suficiente como para dificultar las actividades diarias. Los medicamentos evitan que el cerebro envíe señales de movimiento inapropiadas a los nervios musculares.
Ciertos factores pueden empeorar la mioquimia o aumentar la probabilidad de que ocurra. El estrés mental o físico, como la depresión o la falta de sueño, pueden desencadenar episodios. Forzar los ojos para leer o mirar una computadora brillante o una pantalla de televisión también puede hacer que los espasmos de los párpados sean más frecuentes.