Tener un problema de salud puede ser una experiencia desgarradora, especialmente cuando una persona no sabe exactamente cuál es el problema. Los riñones, que filtran toda la sangre del cuerpo para procesar los desechos y el exceso de agua, pueden estar sujetos a muchos problemas. La palabra médica asociada con los riñones es «renal», que se deriva de la palabra latina para «los riñones». Se pueden emplear una variedad de pruebas renales para verificar la función de los riñones. Las pruebas renales suelen ser procedimientos no invasivos, como un análisis de sangre u orina, o pruebas de imágenes digitales más avanzadas, como una tomografía computarizada.
La primera prueba renal que generalmente se administra es una prueba de sangre u orina. Los análisis renales de sangre miden las cantidades de ciertos minerales y organismos presentes en la sangre para determinar si los riñones funcionan correctamente. Una cantidad excesiva de creatinina es uno de los primeros signos de enfermedad renal. El exceso de nitrógeno, un ingrediente común en la urea, también es una señal de que los riñones no pueden filtrar los desechos adecuadamente. El calcio, fósforo, potasio y sodio también se controlan de forma rutinaria en una prueba renal en sangre.
Los análisis de orina pueden ser básicos o más avanzados. Por ejemplo, si se recolecta una muestra de orina, los glóbulos blancos y la cantidad de sodio generalmente se miden y analizan junto con cualquier otra prueba renal administrada, y los resultados se comparan con los síntomas de una persona. Se puede solicitar una prueba de orina de 24 horas, en la que se recolecta la orina durante un período de 24 horas. Esto requiere una estadía de una noche en un hospital, ya que se debe insertar un catéter y recolectar toda la orina. La falta de una producción adecuada de orina puede ser motivo de preocupación, y un médico podría ordenar un tipo de prueba renal completamente diferente, llamada prueba de imagen.
Las pruebas de imagen pueden incluir una ecografía renal, que utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para producir una fotografía en tiempo real de los riñones. Se puede solicitar una tomografía computarizada (TC) o se puede tomar una radiografía simple si se cree que el problema es un cálculo renal, en lugar de una enfermedad o insuficiencia renal. También se puede solicitar una prueba renal de resonancia magnética (MRI), pero esto generalmente es solo en los casos en que las otras pruebas no han logrado producir respuestas viables sobre lo que puede estar causando el problema del paciente.
En el caso de que las pruebas iniciales no resuelvan el problema, se puede derivar a una persona a un especialista en riñón o nefrólogo. También se puede recomendar un urólogo. Las personas que experimentan dolor u otros síntomas no deben intentar diagnosticarse a sí mismas, sino que deben consultar a un profesional médico autorizado para determinar cuál es el problema y si es necesario realizar una prueba renal.