El interferón alfa, también conocido como interferón alfa o IFN-alfa, es un tipo de fármaco de quimioterapia. Es la primera de las tres clases de interferón y precede a las clases beta y gamma. Aunque se usa ampliamente para tratar muchas formas de cáncer, el interferón alfa también se puede usar para tratar varios trastornos sanguíneos.
Los interferones son proteínas que produce el cuerpo como parte de las respuestas naturales del sistema inmunológico. Estas proteínas en particular ayudan al cuerpo a combatir las invasiones de bacterias y virus. Como tipo de quimioterapia, los interferones alfa se fabrican mediante el uso de interferones humanos y ADN artificial. El resultado es un tratamiento que se puede utilizar para combatir enfermedades difíciles, como las formas de cáncer.
A diferencia de otros tratamientos, el interferón alfa no es un medio para curar el cáncer ni ninguna otra enfermedad. En cambio, se usa como un refuerzo. Trabaja en conjunto con la producción natural del cuerpo para atacar cuerpos extraños. También actúa para reducir la cantidad de antígeno en la superficie de una célula tumoral, lo que facilita su destrucción por parte del sistema inmunológico.
Cada una de las tres clases de interferones trabaja con el cuerpo de manera diferente a las demás, aunque son similares. Los interferones beta y gamma son principalmente ineficaces en el tratamiento del cáncer, mientras que los interferones alfa se utilizan como tratamiento principal. Al mismo tiempo, los interferones alfa no son eficaces para tratar la enfermedad granulomatosa, como lo son los interferones gamma, o para tratar la esclerosis múltiple, como lo son las clases beta.
El tratamiento con interferón alfa se administra únicamente mediante inyección, ya sea a través de una vena, debajo de la piel o en un músculo. La altura, el peso, la edad, el tipo de cáncer y el estado de salud actual del paciente son factores que determinan la dosis administrada. También se consideran las posibles interacciones medicamentosas.
Los síntomas comunes que acompañan al tratamiento incluyen síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, escalofríos y dolores corporales. También puede producirse fatiga, especialmente a medida que continúan los tratamientos. Estos síntomas ocurren con más frecuencia después de una inyección, pero son temporales. Muchos médicos recomiendan la misma cantidad de descanso y ejercicio ligero para ayudar a combatir la fatiga.
Aunque son poco frecuentes, existen algunos efectos secundarios potencialmente peligrosos a los que se debe prestar atención. Los mareos y las náuseas no son tan graves, pero deben comentarse con el médico del paciente. Si se experimentan pensamientos de suicidio o depresión, se debe consultar a un médico lo antes posible. Además, se debe buscar atención médica inmediata si aparece una erupción o hay dolor abdominal intenso. Estos podrían ser signos de una reacción grave que deberá solucionarse rápidamente.