¿Cómo utilizan los médicos la biorretroalimentación para el TDAH?

La biorretroalimentación es un método que a veces se utiliza en el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). El método enseña a la mente a controlar las funciones corporales para ayudar al usuario a mantenerse concentrado y reducir las acciones impulsivas. Durante las sesiones de biorretroalimentación, a los clientes se les muestran las respuestas cerebrales en un monitor mientras practican lo que el terapeuta de biorretroalimentación les dijo que hicieran. Esto les permite saber exactamente cuándo está ocurriendo una respuesta positiva en el cerebro para que puedan comenzar a trabajar para duplicar esa respuesta en la vida cotidiana.

Los comportamientos impulsivos y la incapacidad para concentrarse son rasgos característicos del TDAH. No poder concentrarse en la tarea y actuar de manera impulsiva puede tener un impacto adverso en la escuela, el trabajo y las relaciones. El TDAH es típicamente un trastorno de por vida; por lo tanto, aprender a manejarlo puede marcar una diferencia significativa en la capacidad de tener éxito. La biorretroalimentación para el TDAH se usa en lugar de medicamentos como Ritalin.

Hay dos tipos principales de biorretroalimentación. La biorretroalimentación por electromiografía (EMG) mide la tensión muscular mientras el cliente practica técnicas de relajación. La biorretroalimentación periférica mide la temperatura de la piel de la mano mientras el cliente trabaja para aumentarla usando su mente. Un ejemplo de este tipo de biorretroalimentación es escuchar una cinta que desencadena imágenes mentales del flujo sanguíneo a las manos. Generalmente, dominar la biorretroalimentación para el TDAH puede llevar hasta 40 sesiones.

La biorretroalimentación para el TDAH se muestra prometedora como opción de tratamiento. El proceso de biorretroalimentación cambia la forma en que funciona un cerebro con TDAH. El objetivo de utilizar la biorretroalimentación para el TDAH es que el cliente funcione como una persona sin TDAH.
De los dos métodos de biorretroalimentación, la electromiografía es el más popular en el tratamiento del TDAH. Con este método, se realiza un electroencefalograma (EEG), mapeando los cinco tipos de ondas cerebrales, que son ondas beta, sensoriomotoras, alfa, theta y delta. Las ondas beta son las más activas y se utilizan cuando una persona está más atenta, mientras que las ondas delta son las más lentas y ocurren durante el sueño profundo.

Los defensores de la biorretroalimentación para el TDAH creen que las ondas cerebrales de los TDAH fallan cuando se necesita concentración y autocontrol. Una persona sin TDAH tiene un aumento en las ondas beta mientras lee, resuelve un problema matemático o hace cualquier otra cosa que requiera concentración mental. Cuando alguien con TDAH intenta concentrarse, las ondas beta no aumentan. En cambio, las ondas theta aumentan, que son las ondas más activas durante la ensoñación.

La premisa detrás del uso de biorretroalimentación para el TDAH es que el cliente puede volver a entrenar su cerebro para aumentar las ondas beta y reducir las ondas theta cuando se requiere concentración. Mediante la práctica de ejercicios de concentración y la capacidad de ver los resultados en un monitor, el cliente le enseña a su cerebro cómo reaccionar cuando se necesita concentración. La biorretroalimentación no cura el TDAH; sin embargo, las investigaciones indican que en algunos casos proporciona una herramienta eficaz para mejorar el comportamiento social, así como el éxito académico y profesional a través de una mayor capacidad para permanecer concentrado y seguir adelante con los proyectos.