La neurocirugía funcional es una especialidad quirúrgica enfocada en el tratamiento de pacientes que experimentan anomalías en la función de su sistema nervioso central sin alterar las estructuras físicas del cerebro y la médula espinal. Estos pacientes tienen una anatomía que parece normal, pero tienen problemas con el movimiento, la percepción y otras tareas relacionadas con el sistema nervioso central. Las personas que trabajan en este campo completan residencias en neurocirugía y pueden buscar becas para capacitación adicional.
Varios tipos de afecciones se tratan con neurocirugía funcional. Uno es la epilepsia, donde la actividad convulsiva en el cerebro causa síntomas físicos y neurológicos como espasmos y pérdida de memoria. A veces, es posible aislar y extirpar el área del cerebro donde se originan las convulsiones, evitando la recurrencia de las convulsiones. Los procedimientos como cortar el cuerpo calloso, la conexión entre las dos mitades del cerebro, también son una opción para tratar a pacientes con epilepsia que no responden a opciones de tratamiento más conservadoras.
Los trastornos del movimiento como la enfermedad de Parkinson también se pueden tratar con neurocirugía funcional. A veces, la cirugía para alterar la sección dañada del cerebro abordará los temblores distintivos asociados con la afección y ayudará al paciente a disfrutar de una vida más normal. El dolor crónico se puede manejar con la ayuda de neurocirugía funcional para interrumpir las señales de dolor desordenadas enviadas por neuronas confusas, y esta especialidad quirúrgica también puede estar involucrada en el manejo de ciertos tipos de trastornos psiquiátricos.
En neurocirugía funcional, el médico confía en un conocimiento muy preciso de la anatomía general del cerebro, asistido con imágenes detalladas del cerebro del paciente. Esta información le permite al médico apuntar al área del cerebro deseada con un daño mínimo al tejido vecino. El cerebro es un entorno abarrotado, y cometer un error puede resultar en problemas neurológicos permanentes para el paciente, que van desde dificultad con el control motor fino hasta dificultad para hablar.
Hay varios enfoques para la neurocirugía funcional, incluida la radiocirugía, en la que el cráneo del paciente nunca se abre realmente. En cambio, la radiación se transmite al cerebro para llegar a un lugar objetivo para la ablación. La radiación daña las células de esa región del cerebro y resuelve el problema asociado con la función celular anormal. Los cirujanos también usan técnicas como la guía láser, donde se construye un escaneo tridimensional del cerebro y se usa para desarrollar un conjunto de coordenadas que se pueden programar en herramientas quirúrgicas para que el cirujano llegue al lugar correcto. Es posible que las áreas lesionadas del cerebro no siempre sean evidentes en el examen físico, y el uso de los resultados de los estudios de imágenes funcionales para identificar un área de interés puede resultar en mejores resultados quirúrgicos.