La historia está llena de cuasi accidentes. Desde intentos de asesinato (la reina Victoria escapó de siete de esos intentos) hasta enfrentamientos aterradores como la crisis de los misiles cubanos, abundan los casos de que, si hubiera sucedido lo peor, el mundo se vería considerablemente diferente hoy. Quizás el ejemplo más devastador ocurrió en agosto de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, en gran parte debido al bombardeo estadounidense de dos ciudades japonesas: Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los terribles ataques no salieron exactamente como se planeó originalmente. En lugar de lanzar el arma nuclear sobre Nagasaki, se suponía que las fuerzas estadounidenses atacarían Kokura, una ciudad en la isla de Kyushu, pero en la mañana del 9 de agosto, la capa de nubes ocultó a Kokura. El equipo de bombardeo rodeó la ciudad muchas veces, pero finalmente se hizo evidente que el cielo no se aclararía. Siguiendo las órdenes, la tripulación voló 95 millas (153 km) hasta su objetivo de respaldo: Nagasaki. Más de 40,000 personas murieron instantáneamente y un tercio de la ciudad fue destruida. Después de la guerra, los japoneses empezaron a usar la frase «la suerte de Kokura» cada vez que alguien escapaba del peligro sin siquiera saber que existía.
Hiroshima y Nagasaki:
Originalmente, Nagasaki no estaba entre las cinco ciudades que Estados Unidos nombró como blanco de un ataque nuclear.
La bomba nuclear que detonó sobre Hiroshima fue nombrada en código como «Little Boy», mientras que «Fat Man» golpeó Nagasaki.
El bombardeo estadounidense de Tokio el 9 de marzo de 1945 mató a casi tantas personas como los ataques nucleares en Hiroshima y Nagasaki.