Varios eventos en la historia han sido referidos como el «Gran Cisma», pero la mayoría de la gente usa el término en referencia a la División Este-Oeste, un evento importante en la historia del cristianismo. También es común escuchar al Cisma Occidental o Papal del siglo XIV referido como el Gran Cisma. En ambos casos, estos cismas representaron un cambio fundamental en la naturaleza del cristianismo y una marcada desviación de las tradiciones y creencias doctrinales que existían antes del cisma.
Las raíces de la división Este-Oeste son antiguas, casi tan antiguas como el cristianismo mismo. Muchos historiadores creen que este Gran Cisma se remonta al siglo II, aunque las cosas no llegaron a un punto crítico hasta 1054. Sin embargo, para los cristianos observantes, especialmente en los rangos más altos de la Iglesia, la escritura estaba en la pared: a veces literalmente.
La división fundamental entre las iglesias cristianas romana y ortodoxa fue provocada por varias cosas. Obviamente, las disputas doctrinales jugaron una gran regla, especialmente la controversia del filioque, una amarga discusión que estalló por la adición de “e hijo” al Credo de Nicea. Las dos iglesias también enfrentaron una brecha lingüística, ya que el griego se habla en gran parte del mundo ortodoxo, mientras que el latín se habla en gran parte de Europa. Oriente y Occidente también se enfrentaron por la autoridad papal, el uso de iconos y una serie de cuestiones religiosas.
En 1054, una delegación de Roma llegó a Constantinopla para presionar a Miguel Cerularius, el Patriarca o líder religioso de Constantinopla. El objetivo era obligar a Cerularius a reconocer la autoridad papal, con la esperanza de reconciliar la brecha cada vez mayor entre Oriente y Occidente. Cerularius, sin embargo, se negó a aceptar la autoridad de Roma, por lo que los legados le entregaron una orden de excomunión escrita por el Papa León IX en previsión de esta misma situación. Cerularius respondió excomulgando a los legados y al Papa, provocando el Gran Cisma.
Técnicamente, solo un puñado de personas se vieron afectadas por las excomuniones, pero resumieron una disputa más grande entre las Iglesias, lo que llevó a los cristianos a tomar partido. En Oriente, los cristianos se pusieron del lado de Constantinopla, considerándola un centro de su fe y rechazando la autoridad romana, mientras que en Occidente, los cristianos se adhirieron al Papa, su figura de autoridad tradicional. A pesar de los intentos de reconciliación, el Gran Cisma creó una brecha que no pudo repararse.
A lo largo de los siglos, las relaciones entre Oriente y Occidente han variado considerablemente. Especialmente en el siglo XX, la reconciliación genuina comenzó a ser ampliamente divulgada, con visitas papales a naciones ortodoxas y otros intentos de llegar. Sin embargo, es poco probable que se repare el abismo fundamental entre las religiones creado por el Gran Cisma, aunque ambas partes hoy pueden expresar respeto mutuo.