Hay dos fuerzas que actúan durante el proceso de toma de decisiones. Uno es sistemático y analítico, e implica el uso de la lógica y el razonamiento para llegar a una decisión informada. Por otro lado, las emociones también juegan un papel en la toma de decisiones, lo que resulta en elecciones influenciadas por prejuicios y preferencias internas, y menos arraigadas en la lógica. En un proyecto de la Universidad de Chicago, los investigadores querían comparar cómo las personas toman decisiones al considerar un problema en su idioma nativo versus pensarlo en un segundo idioma. Descubrieron que las personas tienden a ser más racionales y menos reacias al riesgo cuando toman decisiones en un idioma extranjero, ya que hay menos conexiones emocionales involucradas.
El bagaje emocional del lenguaje:
El investigador de la Universidad de Chicago, Sayuri Hayakawa, explicó que las personas no pueden disociar su lengua materna de sus emociones, lo que confunde el pensamiento lógico. Menos emoción equivale a un proceso de pensamiento más racional.
En una prueba, a los encuestados se les dio $ 15 USD y se les preguntó si debían apostar $ 1 en un lanzamiento de moneda, donde ganarían $ 1.50 si ganaban, pero perderían $ 1 si perdían. Si aceptaran las 15 apuestas, las probabilidades de ganar dinero estarían a su favor. A los encuestados se les presentó esta situación en inglés, su primer idioma, y luego en español, su segundo idioma.
Los encuestados aceptaron la apuesta con más frecuencia al decidir en un idioma extranjero, 71 por ciento a 54 por ciento. «Las personas que habitualmente toman decisiones en un idioma extranjero pueden ser menos parciales», concluyó Hayakawa, y agregó que parecían demostrar «una aversión menos miope a las pérdidas».