El cambio semántico no es un cambio exacto de significado ni ocurre de inmediato. En cambio, implica alterar, eliminar y agregar significados detrás de una palabra siguiendo dos generalizaciones. La primera es que los significados tienden más hacia connotaciones negativas que positivas. La segunda es que una palabra puede cambiar para ser más subjetiva y hacia un modo subjuntivo. Aunque no es una generalización aceptada oficialmente, las palabras suelen adquirir un significado más informal con una emoción menos intensa.
Un ejemplo de cambio semántico es la palabra «horrible», que originalmente significaba «inspirador de asombro o lleno de asombro». Con el tiempo, el significado cambió a «lo suficientemente malo como para impresionar a una persona»; esto luego cambió a un uso más informal de la palabra, que simplemente significa «malo». Este cambio de significado tardó cientos de años en cambiar, y es posible que continúe haciéndolo.
Michel Bréal, un erudito francés del siglo XIX interesado en la semasiología, o el estudio del significado detrás de las palabras, intentó descubrir las leyes lingüísticas que dictaban el cambio semántico. Esto pronto se convirtió en el objetivo de los lingüistas de todo el mundo hasta la década de 19, momento en el que se hizo evidente que ninguna ley parecía regir el cambio de significado. Fue entonces cuando los lingüistas finalmente acordaron que el cambio era gradual y a discreción de la comunidad pública hablante.
Aunque no existen leyes aparentes en el cambio semántico, se han identificado muchos tipos de cambio semántico. La forma más general de describir el cambio es con el término «cambio semántico». Esto nota solo el más mínimo cambio. Si se estudia la palabra más de cerca, incluso el cambio semántico se puede clasificar en una forma de cambio más específica.
La clasificación se realiza en dos partes; el primero es el rango general de significado, mientras que el otro es la forma en que los hablantes manejan las palabras. La primera categoría es la expansión y restricción semántica, la peyoración y la mejora. Esto también incluye la coincidencia fono-semántica, aunque también puede encajar en la segunda categoría. Las otras categorías son las siguientes: uso metafórico, reanálisis y truncamiento. Las primeras categorías se aceptan como las principales formas de cambio.
El lenguaje es fluido y cambiante; las palabras se crean y desaparecen del uso por completo. Las definiciones y los significados detrás de las palabras no tienen reglas establecidas y están completamente a discreción de la sociedad. Esto es lo que hace de la lingüística un tema fascinante. Los lingüistas están particularmente interesados en el cambio semántico, ya que es el cambio de significado que tiene una palabra a lo largo del tiempo.