Para probar la brutalidad policial, el demandante debe, ante todo, comprender cuáles son los límites o pautas con respecto al uso de la fuerza en la jurisdicción en cuestión. Para ganar el caso, el demandante debe convencer a un juez o jurado de que el oficial de policía en cuestión excedió la cantidad de fuerza permitida bajo las circunstancias. Demostrar la brutalidad policial puede ser extremadamente difícil, ya que los testigos del incidente son con frecuencia otros agentes de policía, lo que hace que el demandante se enfrente a la pared azul del silencio. Un juez o jurado generalmente considerará tres cosas al determinar si el oficial sobrepasó sus límites: si el demandante se resistía al arresto y en qué medida; estaba armado el demandante; y qué fuerza usó realmente el oficial para obligar al demandante a cumplir.
La definición de brutalidad policial o fuerza excesiva puede variar ampliamente según la jurisdicción. En algunos países, el uso de la fuerza, incluso la fuerza letal, rara vez se cuestiona. Dentro de los Estados Unidos, no existe una definición clara de lo que constituye el uso excesivo de la fuerza. Una posible definición analiza si el oficial creyó razonablemente que el nivel de fuerza utilizado era necesario para lograr un propósito policial legítimo. El uso de la fuerza es un tema muy subjetivo que depende en gran medida de cada detalle del incidente que dio lugar a la necesidad de recurrir a la fuerza.
Un reclamo contra un oficial de policía por brutalidad policial generalmente será investigado internamente por la propia agencia de aplicación de la ley antes de que un demandante pueda presentar un caso judicial real. En muchas jurisdicciones, este es un requisito previo para presentar una queja formal en un tribunal. La división de asuntos internos luego hará una investigación exhaustiva y presentará su propio informe junto con una conclusión sobre si el oficial usó fuerza excesiva o no. La conclusión de que el oficial no cometió brutalidad policial no impide que el demandante lleve el caso ante un tribunal de justicia.
Cuando se usa la fuerza, el oficial de policía indudablemente afirmará que el sujeto se resistía al arresto. Cualquier video o testimonio de un testigo que indique lo contrario ayudará a probar la brutalidad policial. Si el sujeto estaba armado, entonces el oficial de policía casi siempre está justificado para usar fuerza adicional, incluso si el sujeto no usa realmente el arma. La cantidad de fuerza utilizada por el oficial de policía será el mayor problema en el caso y, con frecuencia, el factor determinante. Los informes hospitalarios, las radiografías, las fotos de las lesiones y, por supuesto, el testimonio o el video de testigos pueden ser invaluables para demostrar que la cantidad de fuerza que realmente utilizó un oficial fue innecesaria y equivale a brutalidad policial.