Hay al menos dos definiciones diferentes del término «contrato verbal». En cierto sentido, la gente lo usa para describir un contrato oral, en el que la gente hace un acuerdo verbal, pero ese acuerdo no se formaliza con un contrato escrito. En otro sentido, más técnico, un contrato verbal es cualquier contrato que se expresa en palabras, ya sean escritas u orales. Hay otros tipos de contratos que las personas pueden acordar mediante la acción o la inacción, sin ningún tipo de acuerdo verbal.
La confusión con el sentido de «contrato oral» se debe al hecho de que muchas personas usan la palabra «verbal» para describir las palabras habladas. De hecho, cualquier contrato escrito es también un contrato verbal, porque contiene palabras. Por lo tanto, cuando las personas hablan de un acuerdo verbal, realmente deberían usar el “contrato oral” para asegurarse de que las personas entiendan lo que quieren decir, ya que de lo contrario alguien podría creer que el contrato fue escrito.
En un contrato verbal, las expectativas del contrato se detallan claramente y todas las partes han acordado los términos. Algunos contratos verbales escritos se hacen con formularios básicos que proporcionan espacios en blanco para que las personas completen los detalles, mientras que en otros casos, pueden ser elaborados por un abogado para satisfacer las necesidades de una situación particular. La aplicabilidad de dicho contrato varía dependiendo de si es oral o escrito, los términos del contrato y otros factores.
Cuando ocurre un incumplimiento de contrato verbal, existen varios métodos potenciales de recurso. Si el contrato fue verbal, puede ser difícil de hacer cumplir sin un testigo confiable, e idealmente debería haber varios. Los contratos escritos son más fáciles de hacer cumplir porque existe un registro claro del acuerdo y no se puede disputar. Las personas que no están seguras de si una acción violará un contrato deben consultar a un profesional. Un abogado puede revisar rápidamente un contrato para ver si se permite una acción en particular, o sugerir una renegociación del contrato para permitir una acción.
En realidad, las personas aceptan contratos todo el tiempo en sus acciones, sin firmar ni un solo papeleo ni aceptar nada verbalmente. Por ejemplo, cuando alguien visita a un proveedor de servicios como un médico o un peluquero, aceptar los servicios implica que el cliente tiene la intención de pagar, y el proveedor de servicios puede entablar una demanda si el cliente no cumple. Del mismo modo, cuando alguien llama a un plomero o electricista, el consentimiento para realizar el servicio también implica la intención de pagar.