¿Qué es la neuritis?

La neuritis es una afección médica caracterizada por la inflamación de un nervio o una parte del sistema nervioso. Hay dos tipos principales: óptico y periférico.

La neuritis óptica, que también se conoce como neuritis retrobulbar, generalmente es causada por infecciones virales o bacterianas. Como su nombre lo indica, es una inflamación del nervio óptico. Puede hacer que una persona experimente una pérdida total o parcial de la visión. Esto generalmente se debe a que la inflamación destruye la vaina de mielina, la capa aislante que cubre el nervio, o porque los axones del nervio están dañados por la hinchazón.

Una persona que padece esta afección a menudo siente dolor al intentar mover el ojo. Además, a menudo tiene dificultades para identificar los colores con el ojo afectado, aunque es posible que no se dé cuenta hasta que se cubra el ojo sano.

La mayoría de los pacientes con neuritis óptica experimentan un retorno de la visión normal después de que la infección que causa el trastorno ha desaparecido, pero esto a menudo demora de ocho a diez semanas en ocurrir. En algunos casos, la afección provoca daños permanentes y pérdida de la visión. Para reducir las posibilidades de que el daño sea permanente, es importante que la persona que experimenta esta forma de neuritis reciba atención médica inmediata.

Con la neuritis periférica, también conocida como neuropatía periférica, se produce daño en un nervio dentro del sistema nervioso periférico. La ot puede ser causada por una enfermedad o dolencia, pero generalmente no es causada directamente por bacterias o virus. En cambio, las enfermedades como el SIDA, la diabetes, las convulsiones, el alcoholismo y las deficiencias nutricionales son causas comunes. Una persona también puede experimentar inflamación por la presión ejercida sobre el nervio debido a permanecer en una posición durante demasiado tiempo.

Las personas con neuritis periférica suelen experimentar temblores, entumecimiento e inestabilidad al caminar. El paciente también puede sentirse cansado y débil, experimentar calambres o tener una sensación general de pesadez. Además, puede sentir picazón, hormigueo y dolor en los nervios afectados. En algunos casos, el dolor puede volverse tan intenso que el paciente necesita usar medicamentos potentes para aliviarlo.