La economía evolutiva es una rama de la teoría económica que se basa en la biología evolutiva y surgió durante la década de 1980 en el libro «Una teoría evolutiva del cambio económico», de Richard R. Nelson y Sidney G. Winter. Aunque el campo de la economía evolutiva se ha desarrollado recientemente, economistas distinguidos como Joseph Schumpeter, Herbert Simon y Edith Penrose construyeron las bases para el campo de la economía evolutiva durante las décadas de 1940 y 1950. En esencia, la economía evolutiva explica los fenómenos económicos mediante el uso de metodología evolutiva.
La economía evolutiva argumenta que los mercados son dispositivos de selección en la economía moderna. Las empresas y corporaciones se seleccionan en función de sus niveles de productividad e ingresos. Por lo tanto, las empresas con baja productividad serán constantemente golpeadas y perderán cuota de mercado, lo que forzará selectivamente a la empresa a abandonar el mercado. Por otro lado, las empresas con una alta productividad ganarán una mayor participación en el mercado y continuarán creciendo. Esta es una selección natural, que sostiene que los fuertes sobrevivirán.
Otro aspecto de la biología evolutiva que se ha adaptado a la economía evolutiva es el concepto de que los rasgos beneficiosos para un organismo se volverán más comunes dentro de la población. La teoría de la economía evolutiva ha desarrollado esta idea para que también se aplique a las empresas dentro de un mercado determinado. Las empresas menos exitosas intentarán copiar las rutinas, equivalentes a los rasgos de la teoría de la evolución, de las empresas más exitosas para competir. Por lo tanto, las rutinas más exitosas se volverán más comunes dentro del mercado a medida que las empresas de baja productividad intenten aumentar la productividad imitando a las empresas de alta productividad.
La biología evolutiva también establece que las mutaciones ocurren dentro del conjunto de genes de una especie y las mutaciones más beneficiosas se incorporan a toda la población. En economía evolutiva, el equivalente de esta idea es el concepto de empresas que buscan innovación. La innovación implica traer nuevas rutinas al mercado, lo que equivale a una mutación que trae un nuevo rasgo a una población. Las nuevas y exitosas rutinas comenzarán a ser imitadas por empresas menos exitosas, lo que aumentará la presencia de la rutina en el mercado.
La economía evolutiva se ha aplicado a los campos de la organización industrial, la teoría de la organización, la geografía económica, la teoría de juegos, la gestión de la innovación, la teoría de redes y las ciencias de gestión. Esto es principalmente el resultado del concepto subyacente de la economía evolutiva. Este concepto sostiene que las empresas deben utilizar rutinas que sean competitivas y que otras empresas no puedan replicar para tener éxito.
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