La gestión de conservación de energía es la gestión de procesos y políticas diseñadas para reducir el uso de energía. Hay dos formas principales que generalmente se utilizan para gestionar la conservación de la energía. En primer lugar, el consumo puede reducirse de modo que se utilicen menos servicios y utilidades que requieren energía. En segundo lugar, se puede aumentar la eficiencia energética para que se presten los mismos servicios pero con un menor uso de energía.
Como el crecimiento de las poblaciones y el aumento de la demanda de energía per cápita resultan en un uso cada vez mayor de la energía, la gestión de la conservación de energía proporciona una forma importante de mantener bajo el costo de la energía. Este proceso puede ayudar a reducir la demanda de construir nuevas centrales eléctricas, reducir el costo de importar energía adicional a través de las fronteras y facilitar el manejo de la escasez aguda de energía. A menudo, la conservación de la energía se considera una forma más ecológica de abordar algunos de estos problemas que simplemente aumentar la producción de energía de los medios de producción existentes.
Algunas de las áreas clave en las que es importante la gestión de la conservación de energía incluyen los sectores de transporte, industrial, de consumo o residencial. El sector del transporte representa un alto porcentaje del uso de energía en los países occidentales. En este sector, la gestión de la conservación de la energía podría incluir medidas como imponer impuestos más altos a los vehículos que usan grandes cantidades de combustible por milla, invertir en investigación para crear motores con mayor eficiencia energética o alentar a los consumidores a aumentar su consumo de productos locales.
Las medidas que podrían usarse en el sector industrial para fomentar la conservación de energía pueden incluir el diseño de edificios energéticamente eficientes, la reducción en el uso de aire acondicionado durante los meses de verano mediante una mejor ventilación o la implementación de luces sensibles al movimiento. Para el sector residencial, la conservación de energía a menudo está motivada por la reducción en el costo de las facturas de energía para los propietarios individuales. Los enfoques comunes para reducir el uso de energía residencial pueden incluir la instalación de dispositivos eléctricos energéticamente eficientes, mejorar el aislamiento del desván o instalar ventanas de doble acristalamiento.
Las preocupaciones ambientales, en particular con respecto a la quema de combustibles fósiles y la contaminación del aire resultante, dan ímpetu a la gestión de la conservación de energía. Es probable que una política energética integral incluya la conservación de la energía, así como las estrategias importantes de energía limpia y energía renovable. Como tal, una política energética sostenible puede incluir la reducción en el uso de energía, así como la identificación de fuentes alternativas de energía. Una cuestión importante relacionada con la gestión de la conservación de energía se relaciona con la teoría de que las mejoras que aumentan la eficiencia energética tenderán a aumentar en lugar de reducir el uso general de energía.
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