La planificación fiscal es un término amplio que se utiliza para describir los procesos utilizados por individuos y empresas para pagar los impuestos debido a las agencias fiscales locales, estatales y federales. El proceso incluye elementos tales como la gestión de las implicaciones fiscales, la comprensión de qué tipo de gastos son deducibles de impuestos según la normativa vigente y, en general, la planificación de los impuestos de manera que se garantice que el monto del impuesto adeudado se pagará de manera oportuna.
Uno de los principales enfoques de la planificación fiscal es aplicar las leyes fiscales vigentes a los ingresos que se reciben durante un período fiscal determinado. Los ingresos pueden provenir de cualquier mecanismo de producción de ingresos que esté actualmente en funcionamiento para la entidad en cuestión. Para las personas, esto puede significar fuentes de ingresos, como intereses devengados en cuentas bancarias, sueldos, salarios y propinas, bonos, ganancias de inversión y otras fuentes de ingresos según lo define la ley actualmente. Las empresas considerarán los ingresos generados por las ventas a los clientes, las emisiones de acciones y bonos, las cuentas bancarias que devengan intereses y cualquier otra fuente de ingresos que las agencias impositivas correspondientes consideren actualmente imponible.
En muchos casos, un objetivo principal de la planificación fiscal es aplicar las leyes actuales de una manera que permita a la persona o empresa reducir la cantidad de ingresos imponibles para el período. Por lo tanto, la planificación de impuestos implica saber qué tipos de ingresos califican actualmente como exentos de impuestos. El proceso también implica comprender qué tipos de gastos pueden considerarse legítimamente como deducciones, y qué circunstancias deben existir para que la deducción se reclame en la declaración de impuestos.
Existen tres enfoques comunes para la planificación fiscal con el fin de minimizar la carga fiscal. El primero es reducir el ingreso bruto ajustado para el período impositivo. Aquí es donde entra en juego la comprensión de las leyes fiscales vigentes en lo que respecta a los subsidios y exenciones.
Un segundo enfoque para la planificación fiscal es aumentar el monto de las deducciones fiscales. Nuevamente, esto significa conocer las leyes actuales y aplicarlas cuando corresponda a todos los gastos habituales y normales asociados con el hogar o el negocio. Dado que estos pueden cambiar de un período anual al siguiente, siempre es una buena idea verificar las regulaciones actuales.
Un enfoque final que puede ser aplicable a la planificación fiscal efectiva tiene que ver con el uso de créditos fiscales. Esto puede incluir créditos relacionados con planes de ahorro para la jubilación, gastos universitarios, adopción de niños y varios otros créditos. Un ejemplo común de un crédito fiscal es el Crédito por Ingreso del Trabajo, que está destinado a aliviar la carga tributaria de las personas que ganan menos de una cierta cantidad dentro de un año calendario determinado.
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