El inversor tradicional coloca su dinero en áreas orientadas a crear el mayor rendimiento financiero. Un aumento en la riqueza es el único criterio, y la transacción se basa en una forma pragmática basada en el aumento de los activos. La inversión socialmente responsable generalmente tiene la intención de obtener ganancias, pero la asignación incluye un mayor grado de especulación altruista. Los fondos invertidos generalmente están destinados a promover el mejoramiento de una causa específica, comunidad o movimiento social. La adquisición de riqueza es de igual o menor importancia para beneficiar el avance de la sociedad en su conjunto.
La inversión socialmente responsable es de naturaleza altamente subjetiva. Lo que es visto como socialmente responsable por un individuo bien podría ser visto como socialmente irresponsable por otro. En la definición más amplia de inversión socialmente responsable, la inversión en sí misma no importa. El inversionista socialmente responsable es aquel que dedica un porcentaje de sus activos en una dirección que cree que es mejor para el bien común.
Las inversiones comunes que se consideran socialmente responsables a menudo giran en torno a la compra de acciones en empresas que apoyan la conciencia ambiental. Por ejemplo, las empresas especializadas en descubrir fuentes alternativas de energía son populares entre los inversores socialmente responsables en 2011. La inversión también podría hacerse para apoyar la tierra o los fideicomisos de conservación. El rendimiento monetario en estos casos vendría en forma de posibles compensaciones fiscales, en lugar de un crecimiento en el valor o un aumento en los precios de las acciones. El rendimiento es en gran medida intrínseco, ya que el inversor cree que está ayudando a preservar y proteger la naturaleza.
Un inversor socialmente responsable podría desviar algunos de sus activos hacia empresas que practican la diversidad en las prácticas de contratación. Para tal inversor, el desembolso de fondos vale la pena, ya que el rendimiento consiste en el intento de mejorar la igualdad. La inversión podría hacerse a corporaciones sin fines de lucro que se esfuerzan por promover los derechos humanos básicos. En este escenario, una vez más, cualquier retorno financiero se presenta principalmente en forma de exenciones fiscales. El retorno personal llega con el conocimiento de que el fondo del inversor está enderezando potencialmente un error o ayudando a personas desfavorecidas.
La inversión socialmente responsable no queda relegada a áreas que se consideran políticamente correctas o populares. Un inversor podría creer que un ejército fuerte es la clave para la paz y, por lo tanto, comprar un interés en empresas contratistas de defensa o fabricantes de armas. Es posible que el inversor no sienta que las energías alternativas son viables y, por lo tanto, depositaría su dinero en empresas dedicadas a la exploración y extracción de recursos naturales. La razón detrás de este tipo de inversión podría ser que tal curso reduzca los precios, lo que le permite al individuo promedio retener una mayor porción de su ingreso disponible y vivir una vida más cómoda.
Los inversores socialmente responsables se preocupan por algo más que dinero. Es un área de finanzas donde la conciencia es la guía de uno. Los principios de dos de estos inversores pueden ser diametralmente opuestos, pero la intención de ambos es ayudar en la creación de un mundo mejor.
Inteligente de activos.