El secuestro es un trastorno óseo que ocurre cuando un fragmento de hueso muerto se separa del hueso vivo, generalmente como consecuencia de una lesión o enfermedad. El proceso por el cual se desecha el hueso muerto se llama necrosis y da como resultado la pérdida de tejido. La necrosis de los huesos ocurre después de que un fragmento de hueso muere y luego se separa. Aunque el secuestro causa la separación del hueso muerto del hueso vivo, el hueso muerto a menudo permanece parcialmente encapsulado o en estrecho contacto con el hueso recién formado, causando un seno o una cavidad estrecha.
Normalmente hay 206 huesos en el cuerpo humano, todos los cuales cumplen una o más de las tres funciones principales. Algunos huesos, como el cráneo y la caja torácica, funcionan para formar una barrera protectora alrededor de ciertas estructuras y órganos. Otros huesos, como la columna, actúan para soportar el peso y la postura. Los huesos específicos también están involucrados en el movimiento. Estos incluyen huesos que se encuentran en los pies, las caderas y las manos.
El hueso no es una estructura permanente del cuerpo. Es un órgano vivo y dinámico que se adapta constantemente a las influencias mecánicas, químicas y externas. Es la mayor reserva de calcio y fosfato del cuerpo, minerales que son vitales para numerosos procesos corporales.
Como todos los demás órganos del cuerpo, los huesos son susceptibles a enfermedades. El secuestro es uno de los muchos trastornos óseos y es la muerte de un hueso o una célula que resulta en daño tisular. Este trastorno óseo puede ocurrir debido a infecciones como osteomielitis o lesiones como fracturas de huesos. El secuestro tiene lugar en regiones localizadas del cuerpo.
La necrosis es el proceso secundario a la muerte celular, que resulta en la pérdida de tejido. Este proceso es comúnmente una consecuencia de una lesión traumática, infecciones bacterianas o una condición llamada isquemia. El término «isquemia» se refiere a la falta de sangre o la falta de circulación en una parte particular del cuerpo. La falta de sangre puede ocurrir como resultado de un espasmo, contracción o bloqueo de las arterias, también conocido como trombosis.
Por lo general, aproximadamente 12 horas después de la muerte de un hueso o de un cuerpo celular, comienza a producirse necrosis o daño tisular. En estas primeras etapas, no hay síntomas. Cuando los síntomas comienzan, suelen aparecer en forma de dolor, disminución del movimiento y posible desarrollo de gangrena como consecuencia de la disminución del riego sanguíneo. El daño al tejido es permanente y el tratamiento se usa para prevenir una mayor pérdida ósea y muerte del tejido, en lugar de curar la afección por completo.