¿Qué son los signos vitales pediátricos normales?

Los pediatras miden regularmente los signos vitales de sus pacientes en busca de indicaciones de que algo pueda estar mal. A medida que un niño envejece desde la edad neonatal hasta la adolescencia, la definición cambia para lo que se consideran signos vitales pediátricos normales. Para un niño pequeño, muchos médicos están de acuerdo en que la frecuencia cardíaca al despertar debe estar entre 80 y 110 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria debe estar entre 24 y 40 respiraciones por minuto y la presión arterial sistólica debe ser de 90 por encima de 105. Sin embargo, expectativas ligeramente diferentes para los recién nacidos o los niños mayores en edad escolar.

La presión arterial, medida en el brazo derecho del niño frente al corazón, es uno de los signos vitales pediátricos más importantes para medir el bienestar. Para los niños más pequeños (recién nacidos, bebés y niños pequeños), la presión arterial sistólica es prácticamente la misma: 70 sobre 100, 87 sobre 105 y 90 sobre 105, respectivamente. Estas tasas cambian a medida que los niños experimentan sus mayores brotes de crecimiento, con niños en edad de primaria alrededor de 97 sobre 112 y adolescentes en 112 sobre 128.

Por lo general, las frecuencias respiratorias se miden primero durante un examen, ya que un niño no puede llorar. Aunque las tasas normales pueden aumentar con la fiebre o el estrés, la tendencia es que se necesitan menos respiraciones a medida que los niños crecen. Los bebés deben respirar entre 30 y 60 veces por minuto. A la edad de 1 año, los bebés deben respirar de 20 a 40 veces por minuto, una tendencia que continúa hasta aproximadamente el primer grado. Los niños en edad escolar suelen estar en el rango de 18 a 30 respiraciones por minuto, y los adolescentes necesitan solo de 12 a 16 respiraciones por minuto, mientras descansan.

La frecuencia cardíaca está estrechamente relacionada con la frecuencia respiratoria, y también aumenta con el estrés o la fiebre adicionales. Estos signos vitales pediátricos generalmente se consideran normales para los bebés cuando el pulso revela entre 100 y 160 latidos por minuto mientras está despierto o de 75 a 160 latidos por minuto mientras duerme. Desde un niño pequeño hasta un niño en edad preescolar, la frecuencia cardíaca máxima no debe exceder los 110 latidos por minuto, mientras que la frecuencia cardíaca durante el sueño debe estar entre 60 y 90 latidos por minuto. Sin embargo, después de la pubertad, la frecuencia cardíaca al despertar cae entre 60 y 90 latidos por minuto y entre 50 y 90 mientras duerme.

Otros signos vitales pediátricos son importantes para los médicos, como la altura, el peso y la temperatura corporal. En conjunto, estas indicaciones dan una idea de si un niño se está desarrollando de acuerdo con las expectativas normales y si puede haber alguna afección médica. Una temperatura, frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca o presión arterial anormales podrían indicarle a un médico que realice pruebas para identificar la causa de la interrupción.