Un diagnóstico de enfermería es una herramienta que utilizan las enfermeras para identificar las necesidades específicas del paciente que caen dentro del ámbito de la práctica de enfermería. El diagnóstico es uno de los primeros pasos en el desarrollo de un plan de atención y se basa en las recomendaciones del médico, la evaluación de los registros de los pacientes y el examen de los pacientes en persona. Las enfermeras analizan toda la información y determinan las áreas que pueden causar problemas o complicaciones a los pacientes.
Para comprender qué es un diagnóstico de enfermería, es importante comprender qué no es. Las enfermeras no realizan diagnósticos médicos, ya que esto queda fuera de su ámbito de práctica. La determinación de la causa subyacente de una afección recae en médicos y cirujanos, mientras que las enfermeras analizan cómo esa enfermedad afecta otras áreas de la vida del paciente que pueden mejorarse mediante la atención de enfermería. Por ejemplo, un médico diagnostica a un paciente con una enfermedad cardíaca y recomienda una dieta baja en sal, mientras que una enfermera diagnostica al paciente con un déficit de aprendizaje relacionado con el seguimiento de una dieta terapéutica y desarrolla un plan para educar al paciente.
Hay varios tipos diferentes de diagnósticos de enfermería, cuatro de los cuales identifican un problema o problema potencial, y un diagnóstico de enfermería de bienestar que identifica las fortalezas del paciente. Un diagnóstico real se basa en un problema que está presente actualmente, como la diarrea. Un posible diagnóstico identifica un problema que probablemente esté presente, pero que aún no se ha confirmado. Un problema que potencialmente puede convertirse en un problema en función del estado de salud actual se escribe como un diagnóstico de riesgo. Cuando un paciente tiene un grupo de problemas relacionados o tiene riesgo de padecerlos, como el estrés postraumático, esos problemas se agrupan en un diagnóstico de síndrome.
En general, un diagnóstico de enfermería consta de al menos dos partes: el diagnóstico en sí mismo y la justificación del diagnóstico. Por ejemplo, si un paciente está en reposo completo en cama y no puede moverse con frecuencia, una enfermera puede diagnosticar un riesgo de síndrome de desuso relacionado con la movilidad reducida. Los diagnósticos reales y potenciales van un paso más allá y agregan evidencia de la condición después de la parte «relacionada con». Un diagnóstico de enfermería de tres partes para el dolor puede leerse como «dolor relacionado con la cirugía que se manifiesta cuando el paciente verbaliza que tiene dolor». Puede parecer redundante mencionar el dolor dos veces, pero es importante porque identifica cómo una enfermera determinó el diagnóstico.
Una vez que se hace un diagnóstico de enfermería, la enfermera debe darle seguimiento determinando un objetivo para resolver el problema, así como un plan para alcanzar ese resultado. Cuando se presenta más de un diagnóstico, la enfermera debe priorizarlos en función de aquellos que presenten la mayor necesidad inmediata. Las condiciones de los pacientes pueden cambiar con frecuencia durante su estadía en un centro, y las enfermeras deben estar preparadas para adaptar sus diagnósticos en consecuencia.