Un angioma cavernoso es un trastorno cerebral en el que los vasos sanguíneos malformados interrumpen el flujo sanguíneo normal. La afección puede variar de leve a grave según la cantidad de vasos afectados y la gravedad de cada defecto. Un angioma cavernoso no tratado puede potencialmente provocar convulsiones, hemorragias y problemas de visión. La cirugía para extirpar los vasos sanguíneos anormales y reparar el tejido circundante es el curso de tratamiento preferido, y la mayoría de los pacientes pueden experimentar una recuperación completa.
Casi todos los casos de este trastorno son congénitos. La investigación muestra que los angiomas tienden a surgir muy temprano en el desarrollo embrionario, pero las causas específicas no se comprenden bien. Si bien la mayoría de las personas a las que se les diagnostica angiomas no tienen antecedentes familiares de trastornos cerebrales, se cree que la afección es hereditaria en algunos casos. Los niños y los adultos también pueden contraer el trastorno después de sufrir lesiones traumáticas en la cabeza o la columna o estar expuestos a grandes dosis de radiación.
Es común que una persona que tiene un angioma cavernoso leve nunca experimente síntomas adversos. De hecho, es posible que los angiomas solo se descubran por coincidencia durante las pruebas médicas para otros problemas. Si el flujo sanguíneo se interrumpe significativamente, una persona puede tener dolores de cabeza frecuentes, episodios de debilidad, confusión, cambios en la visión y dificultades para hablar. Un angioma cavernoso que se rompe puede provocar convulsiones y hemorragias potencialmente mortales.
Cuando un médico de atención primaria sospecha un angioma cavernoso, puede derivar al paciente a un neurólogo para recibir un diagnóstico preciso. Las pruebas de resonancia magnética y las tomografías computarizadas generalmente revelan anomalías distintas cuando hay un angioma. En las exploraciones por imágenes, los vasos sanguíneos parecen mucho más grandes de lo habitual y hay poco tejido cerebral entre ellos. Un neurocirujano también puede notar la presencia de lesiones en los vasos mismos, la materia cerebral o la médula espinal.
Las decisiones de tratamiento se toman en función del tamaño del defecto y la gravedad de los síntomas del paciente. Es posible que las personas que no han experimentado síntomas adversos no necesiten ningún tratamiento; simplemente necesitan programar citas regulares con sus neurólogos para asegurarse de que sus condiciones no empeoren con el tiempo. Por lo general, se considera la cirugía si las convulsiones se vuelven comunes o si parece que un vaso sanguíneo se romperá pronto.
Un neurocirujano experto generalmente puede localizar y extirpar los vasos sanguíneos dañados en un solo procedimiento hospitalario. Sin embargo, si un angioma cavernoso está profundamente dentro del cerebro, es posible que no sea posible realizar una operación estándar. Se puede usar un procedimiento llamado radiocirugía estereotáctica para enfocar altas dosis de radiación en los vasos afectados hasta que se vuelvan inofensivos.