La distonía de torsión es una condición que involucra contracciones musculares que a menudo son extremadamente dolorosas. La gravedad de las contracciones suele ser suficiente para provocar distorsiones en brazos y piernas. Generalmente, la afección comienza con síntomas leves que parecen no ser más que fatiga muscular temporal y empeoran gradualmente durante un período de tiempo. Si no se trata, las contracciones eventualmente se extenderán a otras partes del cuerpo.
Los orígenes de la distonía de torsión idiopática generalmente se consideran genéticos. Debido a una mutación, el cuerpo no produce ácido glutámico, un aminoácido esencial que ayuda en la transmisión adecuada entre las neuronas que ayudan a regular el control y el movimiento de los músculos. Sin la presencia de este importante aminoácido, las contracciones involuntarias comunes a la distonía de torsión genética comienzan a desarrollarse con el tiempo y eventualmente se vuelven debilitantes.
El trauma también puede conducir al desarrollo de esta condición. El daño sufrido en un accidente o la tensión constante en las articulaciones y los músculos pueden servir como desencadenante para la aparición de la distonía de torsión. Incluso algo tan simple como el uso constante de las manos al teclear o escribir durante períodos prolongados puede provocar una de las formas más leves de esta afección, comúnmente conocida como calambre del escritor.
Es más probable que los niños experimenten distonía de torsión justo antes del advenimiento de la adolescencia. La mayoría de los casos que involucran a niños ocurren alrededor de los once o doce años. Desde las primeras contracciones leves, la enfermedad puede convertirse en uno de varios tipos diferentes, cada uno de los cuales afecta a una parte diferente del cuerpo.
La distonía de torsión de inicio temprano comienza con punzadas y calambres leves en los brazos o piernas. Con el tiempo, el dolor se vuelve más difícil de ignorar y ocurre con mayor frecuencia. A menos que se administre tratamiento, la afección puede volverse tan grave que el confinamiento en una silla de ruedas es la única opción.
Si bien no existe una cura para la distonía de torsión, existen varios enfoques comunes para tratar la afección. La fisioterapia se puede utilizar para recuperar algo de control sobre el cuerpo y minimizar el impacto de las contracciones. A menudo, la terapia se combina con medicamentos. El medicamento ayuda a aliviar los dolores y molestias asociados con la distonía, además de aliviar parte de la ansiedad que es común en las personas que padecen este tipo de problemas de salud.
Las inyecciones de toxina botulínica también pueden ayudar a bloquear los neurotransmisores que crean las contracciones. Si bien no abordan directamente la causa subyacente de la enfermedad, las inyecciones ayudan a aliviar el dolor y hacen que sea más fácil vivir con la enfermedad. Generalmente, las inyecciones no se utilizan hasta que la fisioterapia y la medicación oral se vuelven ineficaces para controlar la distonía de torsión.
La cirugía es una opción final en el tratamiento continuo de la distonía de torsión. Esta solución rara vez se utiliza a menos que todas las demás opciones hayan dejado de proporcionar algún grado de alivio. El tipo exacto de procedimiento quirúrgico dependerá de la ubicación de las contracciones y de cómo esas contracciones afectan los órganos circundantes.