Un hematoma intraparenquimatoso, también conocido como hematoma intracerebral, es una afección potencialmente mortal en la que una lesión traumática hace que la sangre se acumule dentro de los tejidos cerebrales. Puede ser causada externamente por una lesión en la cabeza o internamente por una variedad de circunstancias médicas. Los expertos recomiendan que una persona que experimente síntomas cognitivos o físicos graves después de cualquier tipo de lesión en la cabeza busque asistencia médica de emergencia.
El hematoma se refiere a la acumulación de sangre dentro de un área localizada del cuerpo. El hematoma intraparenquimatoso con frecuencia es causado por un traumatismo craneoencefálico relacionado con un accidente o golpe en la cabeza, incluso uno que no parece grave en ese momento. Otras causas potenciales relacionadas con afecciones médicas incluyen aneurismas, tumores cerebrales, encefalitis u otras infecciones del sistema nervioso central, algunos trastornos autoinmunes o afecciones relacionadas con el embarazo como la eclampsia. El hematoma intraparenquimatoso también puede ser el resultado del uso de ciertas drogas recreativas, como cocaína o metanfetamina, o algunos medicamentos recetados, como anticoagulantes.
Los síntomas del hematoma intraparenquimatoso pueden ser evidentes inmediatamente después de una lesión en la cabeza o pueden desarrollarse gradualmente durante los siguientes días o semanas. Los síntomas iniciales pueden incluir dolor de cabeza que empeora progresivamente, vómitos, mareos, somnolencia, pupila de tamaño desigual, debilidad en un lado, signos de deterioro cognitivo o aumento de la presión arterial. Eventualmente, el individuo puede desarrollar convulsiones o pérdida del conocimiento.
El hematoma intraparenquimatoso se diagnostica mediante el uso de imágenes médicas, como una resonancia magnética o una tomografía computarizada. El tratamiento para esta afección generalmente implica la extracción quirúrgica de la sangre acumulada, con la posible administración de medicamentos anticonvulsivos después de la cirugía y continuando durante varios meses. Después de la cirugía, los pacientes suelen experimentar problemas de atención, dolor de cabeza, ansiedad o dificultades para dormir durante algún tiempo durante la recuperación. Los pacientes podrían potencialmente recuperar gran parte de su función normal dentro de los primeros seis meses después de la cirugía, aunque los resultados individuales variarán. Los niños generalmente se recuperan más rápidamente que los adultos.
Las personas pueden intentar minimizar o prevenir lesiones en la cabeza potencialmente peligrosas de diversas formas, incluido el uso de cinturones de seguridad en vehículos motorizados y el uso de cascos y otros equipos de seguridad durante las actividades deportivas. Los padres pueden reducir el riesgo de lesiones en la cabeza de sus hijos al monitorear sus actividades y bloquear las áreas que podrían causar una caída, como las escaleras empinadas. Las personas con lesiones cerebrales previas deben considerar tomar precauciones adicionales para evitar una segunda lesión durante o después de la recuperación. También se recomienda que las personas con antecedentes de hematoma cerebral no beban alcohol en exceso, debido al mayor riesgo de una segunda lesión en la cabeza.