¿Qué es un tumor del tronco encefálico?

Un tumor del tronco encefálico es un tumor que se encuentra en el tallo cerebral, que es la parte del cerebro que lo conecta con la médula espinal. Los crecimientos en esta área pueden representar una seria amenaza médica, debido al hecho de que el tallo cerebral es fundamental para una función saludable. El pronóstico suele ser muy sombrío, porque estos tumores son difíciles de operar y tratar. Por esta razón, es muy importante que las personas acudan a un neurólogo si comienzan a experimentar síntomas neurológicos, para que los tumores en cualquier parte del cerebro puedan identificarse lo antes posible.

El tronco encefálico incluye el bulbo raquídeo, la protuberancia y el mesencéfalo. Esta porción es la parte de la espalda en la base del cerebro, justo donde el cerebro y la médula espinal se cruzan. Controla una serie de funciones físicas que incluyen la respiración, la frecuencia cardíaca, los movimientos musculares y una variedad de otras tareas involuntarias, como la digestión. El daño al tronco del encéfalo puede interferir con la función del tallo del encéfalo y la médula espinal, causando una variedad de problemas.

Los tumores del tronco encefálico, también llamados gliomas del tronco encefálico, pueden surgir en cualquier parte del tallo encefálico. Algunos signos tempranos pueden incluir problemas con el control de los músculos faciales, como espasmos, ojos cruzados y dificultad para masticar y tragar. Un glioma también dará lugar a músculos debilitados y una marcha torpe. El paciente puede sentir que está perdiendo el control del cuerpo, lo que en realidad es una descripción muy precisa de lo que sucede cuando un tumor invade el tronco encefálico.

Los profesionales médicos diagnostican estos tumores con el uso de estudios de imágenes médicas que se utilizan para mirar dentro del área de interés sin cirugía invasiva. Si un paciente presenta síntomas que parecen sugerir un tumor del tronco encefálico, se le puede pedir que se someta a una resonancia magnética o una tomografía computarizada. También se pueden usar radiografías, punciones lumbares y otras pruebas de diagnóstico para obtener más información sobre el tumor y su ubicación.

Una vez que se diagnostica un tumor, el profesional de la salud puede discutir las opciones de tratamiento con el paciente. Por lo general, la extirpación quirúrgica de tumores no es una opción, porque son muy difíciles y, a menudo, imposibles de extirpar. Como resultado, el tratamiento con radiación en un intento de reducir el tamaño del tumor suele ser la mejor opción de tratamiento. También se puede alentar al paciente a usar fisioterapia para acondicionar su cuerpo de modo que a medida que la función comience a disminuir, el paciente tenga un mejor control. Si el tumor no responde a la radiación, el cuidado es principalmente paliativo, dirigido a mantener al paciente cómodo.