Una neurotoxina es una sustancia que inhibe las funciones de las neuronas. Las neuronas se encuentran en todo el cerebro y el sistema nervioso, y la función de estas células únicas es fundamental para una variedad de tareas, que van desde trabajos del sistema nervioso autónomo como tragar hasta funciones cerebrales de alto nivel. Las neurotoxinas pueden actuar de diversas formas, y el peligro de exposición varía según la neurotoxina involucrada y la dosis.
En algunos casos, las neurotoxinas simplemente dañan gravemente las neuronas de modo que no pueden funcionar. Otros atacan la capacidad de señalización de las neuronas, bloqueando la liberación de diversas sustancias químicas o interfiriendo con los métodos de recepción de dichas transmisiones, y en ocasiones diciéndoles a las neuronas que envíen señales falsas. Una neurotoxina también puede destruir las neuronas por completo.
De hecho, el cuerpo genera algunas neurotoxinas; muchos de los neurotransmisores producidos para enviar mensajes a través del sistema nervioso pueden ser peligrosos en grandes cantidades, por ejemplo, y algunas veces el cuerpo produce neurotoxinas cuando responde a una amenaza para el sistema inmunológico. Las neurotoxinas también están presentes en grandes cantidades en el entorno natural; algunos animales venenosos producen neurotoxinas, mientras que los metales pesados como el plomo también son neurotoxinas. Algunos gobiernos también utilizan las neurotoxinas para el control de multitudes y la guerra, en cuyo caso generalmente se las conoce como agentes nerviosos.
La exposición a neurotoxinas puede causar mareos, náuseas, pérdida del control motor, parálisis, dificultad para ver, convulsiones y accidentes cerebrovasculares. En casos extremos, los resultados de la exposición pueden incluir coma y eventual muerte cuando el sistema nervioso se apaga. Especialmente cuando una neurotoxina inhibe la función del sistema nervioso autónomo, el cuerpo comienza a descomponerse rápidamente porque no se están realizando una serie de tareas importantes.
En el caso de una exposición aguda, alguien se expone repentinamente a una dosis de una neurotoxina. La mordedura de una serpiente es un ejemplo de exposición aguda. La exposición crónica implica una exposición lenta a lo largo del tiempo; El envenenamiento por metales pesados a menudo toma la forma de exposición crónica, y la víctima inconsciente ingiere una pequeña cantidad cada día. El problema con los metales pesados es que se acumulan en el cuerpo, en lugar de ser expulsados, por lo que en cierto punto, la víctima se enfermará.
Se pueden utilizar diversas técnicas para tratar la exposición a neurotoxinas. Muchos se enfocan en cuidados de apoyo, realizando tareas que el cuerpo no realiza hasta que el paciente se estabiliza. En estos casos, el paciente puede recuperarse, pero a menudo experimentará efectos secundarios relacionados con la exposición más adelante en la vida. A veces, se pueden usar sustancias químicas para bloquear la función de una neurotoxina o para ayudar a eliminarla del cuerpo. En otros casos, no existe cura para la exposición y el objetivo es mantener al paciente cómodo.