La inflamación muscular es una afección caracterizada por hinchazón, rigidez, dolor inespecífico y dolor o debilidad muscular. Sin someterse a pruebas para diagnosticar la causa específica de la inflamación, puede ser difícil saber cómo proceder para reducir eficazmente la inflamación y aliviar el dolor muscular. De hecho, existen varias causas de esta afección que deben descartarse si los síntomas son graves y de origen desconocido. Por ejemplo, la inflamación muscular crónica puede deberse a esclerosis múltiple o lupus. Por lo tanto, una consulta con un reumatólogo para obtener imágenes y análisis de sangre puede ser necesaria si se sospecha alguno de estos trastornos.
En ausencia de una enfermedad autoinmune, la mayoría de los casos de inflamación muscular simple pueden atribuirse a un esfuerzo excesivo al hacer ejercicio o participar en deportes recreativos. Aquí es cuando la quemadura muscular deseada proporcionada por dicha actividad se ve ensombrecida por los dolores musculares. Desafortunadamente, muchas personas tienden a tomar una bolsa de hielo para remediar esta situación. Sin embargo, aplicar calor es en realidad lo más apropiado, ya que aumenta la circulación sanguínea. Una almohadilla térmica eléctrica o un paquete de gel que se puede calentar en el microondas es ideal para este propósito.
La inflamación y el dolor muscular también se pueden tratar con analgésicos no esteroides o AINE. Estos medicamentos están disponibles sin receta e incluyen aspirina e ibuprofeno. Sin embargo, un médico puede recetar versiones más fuertes de estos medicamentos si es necesario, como el naproxeno. Si los síntomas son crónicos o graves, el tratamiento con ultrasonido, terapia de masajes o ejercicios de rehabilitación física puede ser útil.
Existe una serie de terapias complementarias que también pueden ayudar a aliviar la inflamación muscular. Por ejemplo, las dosis homeopáticas de árnica a menudo brindan alivio. La aplicación tópica de ciertos aceites esenciales diluidos con un aceite portador también puede ayudar. Estos incluyen abedul y gaulteria, los cuales poseen propiedades antiinflamatorias y analgésicas. De hecho, este último se usa en muchos ungüentos de venta libre formulados específicamente para los dolores musculares. Además, tomar suplementos de aceite de pescado puede ayudar debido a la acción antiinflamatoria de los ácidos grasos omega-3.
Mientras se recupera, puede ser aconsejable evitar consumir demasiados productos animales, que contienen altos niveles de grasas proinflamatorias. Estas grasas promueven la producción excesiva de leucotrienos, lo que hace que el sistema inmunológico se acelere. El resultado final es más inflamación.
Finalmente, dormir lo suficiente puede ayudar a minimizar tanto la inflamación como el dolor. Esto puede resultar difícil cuando la hinchazón, el dolor o incluso los espasmos musculares involuntarios tienden a interrumpir el sueño. Sin embargo, la investigación en esta área sugiere que existe una conexión entre la capacidad del cuerpo para repararse a sí mismo y suficientes períodos de descanso. Si resulta imposible un total de ocho horas por la noche, algunas siestas durante el día en el momento oportuno pueden ayudar a compensar la pérdida de sueño durante la noche.