La sonoluminiscencia es un fenómeno misterioso que se produce cuando las ondas de ultrasonido excitan un líquido, creando pequeñas burbujas que emiten luz cuando colapsan. El efecto se magnifica cuando las burbujas contienen un gas noble. La frase sonoluminiscencia significa «luz sonora».
Existen varias teorías sobre la sonoluminiscencia, ninguna de las cuales ha sido probada de manera concluyente. Se han medido temperaturas superiores a 20,000 K en el centro de estas diminutas burbujas. Esto está lo suficientemente caliente como para hervir el diamante.
El fenómeno de la sonoluminiscencia se popularizó en la película Chain Reaction protagonizada por Keanu Reeves. En la película, la sonoluminiscencia se utiliza para iniciar una reacción de fusión nuclear. Se han observado burbujas creadas por sonoluminiscencia que generan temperaturas que se miden en kilokelvins, o decenas de miles de grados. El umbral de temperatura para iniciar reacciones de fusión nuclear es de millones de grados, o megakelvins. Aquí hay una pequeña discrepancia, una discrepancia que suma tres órdenes de magnitud. La sonoluminiscencia está caliente, pero no tanto.
Investigadores del laboratorio del científico RP Taleyarkhan de Purdue afirmaron que, bajo sonoluminiscencia, un recipiente lleno de acetona emitía neutrones a un nivel estadísticamente significativo, la huella característica de la fusión. Sin embargo, estos resultados nunca se han duplicado y fueron desestimados sumariamente en un artículo de Nature en 2006. La patente de Taleyarkhan para el dispositivo fue rechazada y B. Naranjo publicó un análisis que muestra que sus datos fueron mal interpretados.
El efecto de la sonoluminiscencia fue descubierto por primera vez por los científicos alemanes H. Frenzel y H. Schultes en la Universidad de Colonia en 1934. Intentaban acelerar el proceso de revelado de fotografías, pero terminaron observando burbujas luminosas. Debido a que el efecto fue tan aleatorio e incontrolable, no se estudió científicamente hasta mucho después.
En 1989, Felipe Gaitan y Lawrence Crum pudieron crear una burbuja de sonoluminiscencia que permaneció en un lugar constante: una onda estacionaria ultrasónica generaba periódicamente una burbuja y luego la dejaba colapsar. Este fue un gran paso adelante y permitió analizar el fenómeno en un laboratorio. Se descubrió que las burbujas eran extremadamente pequeñas cuando se liberaba la luz, de aproximadamente un micrómetro de ancho o del tamaño de una bacteria. La duración de los destellos es extremadamente corta, aunque en conjunto se pueden observar a simple vista: cada destello dura de unas pocas docenas a unos cientos de picosegundos, el tiempo que tarda la luz en moverse solo unos pocos centímetros.
Aunque la sonoluminiscencia es un efecto asombroso, actualmente no tiene aplicaciones concretas y probablemente nunca se explote para la energía de fusión. Sorprendentemente, hay camarones que rompen sus garras tan rápido que muestran sonoluminiscencia. Los científicos con sentido del humor llamaron a este efecto poluminiscencia de camarón.