La selección natural es una teoría originalmente popularizada por Charles Darwin. Según esta teoría, los animales en el entorno natural cambian con el tiempo a medida que se conservan los rasgos beneficiosos y los rasgos que no hacen avanzar la especie se eliminan lentamente. La gente a veces confunde esta teoría con la evolución; de hecho, es solo un componente de la síntesis evolutiva moderna que explica cómo las especies evolucionan y cambian con el tiempo.
Según la teoría de Darwin, publicada en 1859 en The Origin of Species, dada cualquier población animal, puede estar presente una amplia variedad de rasgos. Si un animal desarrolla un rasgo que lo ayuda a sobrevivir, será más probable que lo transmita a las generaciones futuras, lo que eventualmente dará como resultado la aparición generalizada de ese rasgo a medida que se reproducen las generaciones sucesivas. Potencialmente, esto podría resultar en la aparición de una especie completamente nueva con el tiempo.
Un ejemplo clásico de selección natural es la polilla moteada en Inglaterra. Cuando ocurrió la Revolución Industrial, enormes cantidades de carbón y otras partículas entraron al aire, volviendo negros los árboles alrededor de algunas fábricas. Las polillas con pimienta blanca se destacaban claramente contra los troncos de los árboles, lo que las convertía en objetivos fáciles para las aves, mientras que las polillas más oscuras podían permanecer ocultas, transmitiendo los genes de la coloración oscura a las generaciones futuras porque vivieron lo suficiente para reproducirse. Finalmente, la población se volvió principalmente oscura, y este proceso se revirtió cuando Inglaterra comenzó a instituir estándares de aire limpio, reduciendo la contaminación y permitiendo que los árboles volvieran a un tono más natural que favorecía a las polillas pálidas.
Darwin comparó la selección natural con la selección artificial demostrada por los humanos cuando crían plantas y animales para obtener rasgos beneficiosos. Aunque Darwin no entendía la genética, sabía que personas como los criadores de caballos eran capaces de sacar a relucir los mejores rasgos en generaciones sucesivas de animales, y que un proceso similar debía estar ocurriendo en la naturaleza.
Uno de los principales problemas con la selección natural como teoría independiente es que implicaría que las especies deberían volverse homogéneas con el tiempo a medida que los animales con rasgos positivos dominaran el acervo genético. Como lo demuestra la inmensa diversidad en la mayoría de las especies, este no es el caso, debido a cosas como la deriva genética y las mutaciones espontáneas, que aseguran que el acervo genético no se vuelva demasiado simplista.
Si bien la teoría de Darwin por sí sola no fue suficiente para explicar el proceso de evolución, sentó las bases y los científicos del siglo XX se basaron en ella en la década de 20 para llegar a una serie más completa de teorías de la herencia interconectadas. La selección natural puede verse en acción en una variedad de niveles, desde el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos hasta las variaciones de color en las flores que viven en diferentes ambientes.