La hemodiálisis es un procedimiento médico que se realiza una vez que los riñones comienzan a fallar. La hemodiálisis crónica significa que este procedimiento debe realizarse de forma continua. Con la hemodiálisis crónica, el paciente está conectado a una máquina que extrae la sangre del cuerpo para filtrar las toxinas antes de devolver la sangre limpia al cuerpo. Este procedimiento puede durar varias horas a la vez y, a menudo, se realiza varias veces por semana.
Hay varias razones potenciales por las que los riñones podrían fallar, lo que hace que la hemodiálisis crónica sea una necesidad para salvar la vida del paciente. Las enfermedades renales, como la poliquistosis renal, a menudo progresan hasta el punto en que los tratamientos de diálisis se vuelven necesarios. Ciertas afecciones médicas, como la diabetes, también pueden provocar insuficiencia renal. También se sabe que los venenos, así como algunos medicamentos, tienen un impacto negativo en la función renal.
Sin una función renal adecuada, el cuerpo no puede filtrar las toxinas o materiales de desecho peligrosos del cuerpo. Después de un tiempo, las toxinas se acumulan en las distintas células y tejidos del cuerpo, causando una condición médica conocida como uremia. Esta afección provoca un exceso de líquido en los tejidos del cuerpo, así como anemia y desequilibrios electrolíticos. Sin tratamiento, esta condición puede ser potencialmente fatal. La diálisis como la hemodiálisis crónica o el trasplante de riñón son los tratamientos básicos para la uremia.
Los preparativos deben realizarse antes de que comiencen los tratamientos de diálisis, a menudo con varias semanas o meses de anticipación. Es necesario un punto de acceso a las agujas utilizadas en los tratamientos de hemodiálisis crónica. Este punto de acceso es importante porque, sin él, los vasos sanguíneos pueden dañarse por la inserción constante de agujas. Esto es especialmente cierto porque las agujas que se utilizan para este tratamiento tienden a ser bastante grandes.
Hay varias opciones en cuanto al punto de acceso. El método más preferido es la fístula arteriovenosa. Este punto de acceso requiere un procedimiento quirúrgico en el que una arteria y una vena están conectadas entre sí. Esto permite que la vena se vuelva más fuerte y más grande, lo que facilita la inserción de la aguja. Se prefiere este método porque tiende a durar más que otros métodos de acceso vascular y también hay menos riesgo de infección que con otras opciones.
Si la fístula AV no es una opción viable, se puede realizar un injerto en su lugar. En este procedimiento, se crea un camino entre la arteria y la vena utilizando un tubo sintético. En algunas situaciones, se puede colocar un catéter temporal en una de las venas más grandes, como en la ingle o el cuello. Este catéter se puede utilizar como punto de acceso hasta que se pueda utilizar otro tipo.