Las mantas eléctricas utilizan rejillas de cables delgados y aislados para generar calor internamente. Los primeros usaban termostatos ajustables para controlar la temperatura, pero las mantas modernas (posteriores a 1984) usan reóstatos. Los reóstatos no solo miden el calor generado por la manta, sino también el calor corporal generado por el usuario. Esto da como resultado un calentamiento más uniforme y menos puntos calientes.
La historia de estas mantas es un poco turbia. Cuando la electricidad se introdujo por primera vez en los hogares alrededor de la década de 1900, los posibles inventores agregaron un elemento eléctrico a muchos artículos comunes. Las primeras mantas eléctricas eran voluminosas y extremadamente peligrosas. La mayoría de la gente los veía como curiosidades, no como productos de consumo legítimos. Existen pocos ejemplos intactos de los primeros.
No fue hasta la década de 1920 que las mantas eléctricas se volvieron atractivas para el público en general. Los pacientes con tuberculosis pasarían gran parte de su tiempo de recuperación al aire libre, al aire libre, pero las temperaturas bajarían durante la noche. Las enfermeras comenzaron a usar estas mantas para mantener calientes a sus pacientes mientras permanecían afuera. Finalmente, se abrieron camino en el mercado de consumo.
Las mantas eléctricas fueron en realidad más populares en las décadas de 1970 y 1980, especialmente entre los ancianos y las personas con ingresos más bajos. Uno delgado podría reemplazar varias sábanas costosas, mantas aislantes y edredones. Se pueden colocar en sillas de ruedas para mayor comodidad. Un durmiente de naturaleza cálida podría ajustar la temperatura de su manta sin afectar a su cónyuge de naturaleza fría. Los fabricantes promocionaron muchos beneficios de las mantas, pero quedaba un serio inconveniente.
Debido a que los cables incrustados en las mantas eléctricas funcionan con electricidad, siempre ha existido el riesgo de descargas eléctricas o incendios. Los fabricantes advierten rutinariamente contra el uso indebido de las mantas, pero los propios consumidores no siempre pueden detectar el cableado comprometido. El uso continuo de mantas más antiguas ha dado lugar a problemas importantes de incendios accidentales y electrocuciones. Muchos de los modelos más peligrosos ya han sido retirados del mercado, pero algunos consumidores de edad avanzada o de bajos ingresos continúan usando los modelos controlados por termostato vendidos en la década de 1980.
También se ha sugerido que la exposición prolongada a campos eléctricos puede conducir al desarrollo de cáncer. La investigación en esta área aún está en curso, pero los defensores de un estilo de vida libre de cáncer sugieren limitar el uso de mantas eléctricas. Existen alternativas, incluido el uso de camas de agua con calefacción o mantas aislantes modernas que retienen mucho más calor corporal. Los consumidores que quieran comprar un modelo más nuevo deben buscar un cable de alimentación con una longitud generosa, un controlador de reóstato ajustable separado de la manta e instrucciones de seguridad detalladas. Los que se venden en tiendas de segunda mano, mercados de pulgas y ventas de garaje pueden ser demasiado viejos para un uso seguro.