En términos generales, los muebles modernos se refieren a muebles de la segunda mitad del siglo XX y en estilos contemporáneos. Los diseñadores utilizan el término mobiliario «moderno» de forma más estricta para referirse a los muebles fabricados en los años 20 y 50 en la América de la posguerra y, en menor medida, en Europa. Los muebles modernos experimentaron con nuevos materiales de construcción sintéticos, como el vinilo y el metal tubular, y también desarrollaron un esquema de color monocromático discreto, elementos modulares integrados con múltiples usos y formas curvilíneas destacadas.
A veces, los muebles modernos se apodan «mod» o se escriben «moderne» para distinguirlos de todas las piezas contemporáneas. Después de la Segunda Guerra Mundial, las familias reconceptualizaron sus espacios de vida y exigieron muebles de producción masiva, cómodos, asequibles y elegantes que se ajustaran a su nueva perspectiva. Diseñadores como Herman Miller, Florence Knoll Bassett, Hans Knoll y Charles y Ray Eames definieron la era del mobiliario moderno con pedestales, sofás modulares, aparadores elegantes, taburetes brillantes en lugar de sillas y fuentes de luz abstractas.
Una sensibilidad pop informó cómo los diseñadores influyentes querían que sus muebles funcionaran en el hogar promedio. Para marcar el comienzo de un diseño futurista, recurrieron al vinilo en lugar de cuero, estampados brillantes en lugar de brocados oscuros, acrílico y madera contrachapada en lugar de madera tallada y acero tubular en lugar de hierro forjado. Los nuevos tipos de fabricación les permitieron fabricar muebles robustos, de gran tamaño, asimétricos y fluidos que redefinieron la elegancia como brillante, abierta y minimalista, en lugar de ornamentada.
Muchos muebles modernos cumplieron múltiples funciones y cambiaron la organización de los espacios de vida informales. Los riñones, elipses, oblongos, S y bengalas reemplazaron los círculos, cuadrados y rectángulos de una casa anterior a la Segunda Guerra Mundial. Los ricos colores Art Deco se volvieron anticuados a medida que el público deseaba cautivadores monocromos como el gris y el negro, resaltados por tonos contrastantes como el turquesa, el rojo rubí, el chartreuse y el mandarina. Bloques gigantes de color se sumaron al efecto modular de pieza de rompecabezas cuando se contrastaron con acrílico transparente, madera contrachapada rubia o cromo brillante. Los muebles modernos hacían alarde de estilo, pero complementaban perfectamente a la nueva generación de familias y sus hogares.