La integridad de la superficie refleja las propiedades de un material después de haber sido objeto de algún tipo de proceso de fabricación o modificación. Los ingenieros y diseñadores de productos a menudo planifican proyectos basándose en las características conocidas de un metal en particular. Por ejemplo, estos diseñadores saben que una aleación de acero específica ofrece un nivel establecido de resistencia o dureza. Una vez modificado el material, es posible que estas propiedades originales ya no se apliquen, ya que muchos procesos de fabricación crean un cambio permanente en el material. La integridad de la superficie ayuda a estas personas a determinar cómo cambiará un material en determinadas condiciones y cuáles son sus nuevas propiedades en comparación con las antiguas.
La integridad de la superficie de cualquier material se compone de dos componentes básicos. Incluyen la topografía y las características de la superficie interna del producto. La topografía refleja cambios en la superficie exterior de un material e incluye cosas como suavidad, golpes u ondas, picaduras y grietas. Las características internas abordan los cambios justo debajo de la superficie exterior, como la deformación y los cambios de resistencia o dureza. No incluyen cambios internos en lo profundo del corazón de un material, sino en la capa justo debajo de la superficie.
En última instancia, la mayoría de los procesos de fabricación tendrán algún impacto en la integridad de la superficie, aunque este no siempre tiene que ser el caso. El trabajo estándar con torno, esmerilado o fresado, cuando se realiza correctamente, no afecta la integridad de la superficie. Sin embargo, cuando estos procesos se realizan utilizando técnicas deficientes o herramientas desafiladas, pueden tener un impacto importante en las propiedades del material. El calor, el frío o la velocidad excesivos o el trabajo también pueden provocar cambios importantes.
Los procedimientos más invasivos casi siempre tienen algún efecto permanente sobre la integridad de la superficie. Pueden incluir tratamientos eléctricos, como el enchapado, que agrega un recubrimiento permanente al metal, o tratamientos químicos. Casi cualquier tratamiento químico, así como el calor excesivo, pueden alterar el material a su nivel molecular, provocando cambios irreversibles en su propia estructura. El bruñido y otros tipos de deformaciones también provocan cambios, especialmente cuando se aplican a los plásticos.
Los cambios en la integridad de la superficie pueden ser positivos o negativos. Los cambios negativos podrían significar que el material ya no se puede utilizar como se esperaba. Por ejemplo, una columna de acero sujeta a templado puede, en última instancia, ser demasiado frágil para soportar una estructura. Los cambios positivos son aquellos que le dan al material el acabado o la apariencia deseados, como el pulido para suavizar una pieza rugosa de material. Los cambios positivos en la integridad de la superficie también incluyen aquellos que mejoran propiedades como dureza, resistencia o resistencia a la humedad.