El estructuralismo es una teoría racional de base amplia que se centra en los signos y la organización en varios aspectos de la cultura humana. Si bien este enfoque se puede aplicar a varias áreas de estudio que van desde la antropología a la psicología, su uso principal se ha producido en estudios de lengua y literatura. Los estructuralistas se centran en dividir la información en pequeños elementos para su estudio. También están interesados en la categorización y clasificación de estas unidades de información.
El movimiento estructuralista se afianzó a principios y mediados del siglo XX, y ganó prominencia por primera vez en Francia con figuras notables como Claude Lévi-Strauss, Roland Barthes y Jaques Derrida. Los estudiosos de esta época se interesaron en cómo se definía el mundo mediante estructuras que podían categorizarse y estudiarse. Los antropólogos, por ejemplo, investigaron sistemas desarrollados como los rituales religiosos y también investigaron epistemes, o los métodos compartidos que utilizan las culturas para adquirir conocimiento. Los psicólogos, por otro lado, determinaron cómo las experiencias, los símbolos y las visiones del mundo comunes moldearon la mente humana, mientras que los investigadores políticos consideraron las reglas de los gobiernos. En cierto sentido, el estructuralismo y su énfasis en lo colectivo y lo categórico se convirtió en una respuesta al existencialismo y su dependencia de experiencias únicas e individuales.
Los estudios del lenguaje se convirtieron en el campo en el que se podría decir que el estructuralismo se afianzó con más fuerza. Individuos como Ferdinand de Saussure aplicaron la teoría a la construcción del lenguaje a través de la lingüística estructural. Este enfoque se centró en determinar los componentes comunes de los sistemas lingüísticos. Se prestó especial atención a la relación entre los sonidos y los significados de las palabras, o el significante y el significado, respectivamente. En lingüística moderna, los estudiosos estructurales estudian los segmentos individuales más pequeños de palabras que producen sonido o significado, también conocidos como fonemas y morfemas.
Enfoques similares también han encontrado un baluarte en la crítica literaria estructuralista. En esencia, los académicos literarios aplican métodos estructurales a las obras de ficción, y su única fuente de estudio son las propias obras. Tal enfoque podría incluir encontrar tipos de personajes, escenarios o puntos de la historia comunes entre varias novelas, particularmente las novelas de género categórico. El crítico estructural también puede buscar patrones y asociaciones dentro de un solo texto. El agua, por ejemplo, puede desempeñar un papel destacado en varios puntos de progresión dentro de una novela. En esencia, la comparación y la cohesión se enfatizan en la crítica estructural.
La base del estructuralismo ha sido alabada y criticada. Los defensores creen que la filosofía permite un método objetivo y confiable de investigar y estudiar varios principios y componentes culturales. Los críticos, sin embargo, argumentan que el estudio estructuralista es demasiado estrecho y estéril. No considera factores como las influencias históricas o las emociones humanas, e intenta clasificar temas complejos en categorías convenientes. En respuesta, algunos oponentes desarrollaron un enfoque opuesto conocido como postestructuralismo, que restaron importancia a la estructura, el orden y las interpretaciones estrechas.