A lo largo de la historia, el uso de la enfermedad como metáfora ha existido en casi todos los modos de comunicación. Las metáforas de enfermedad y dolencia se han utilizado ampliamente en la escritura, la política y el habla cotidiana para hacer referencia a cosas consideradas malas o amenazantes. En las novelas y el discurso político, el uso de la enfermedad como metáfora es a veces continuo y temático, con complicadas dimensiones literarias o retóricas. En otros tipos de lenguaje, enfermedad o dolencia se usa metafóricamente por efecto mediante comparaciones, símiles y figuras retóricas.
Los diferentes usos de la enfermedad como metáfora van de la mano de la tendencia humana a comparar las cosas con el cuerpo humano. Las analogías con el cuerpo humano ocurren en todas partes en el lenguaje e incluyen metáforas amplias como el cuerpo de un sistema político, el cerebro de una organización o el corazón de una empresa. Se puede decir que todo lo que se espera que funcione de cierta manera es saludable o no saludable, y las dolencias físicas y mentales particulares se convierten en metáforas efectivas para describir situaciones en las que las cosas no funcionan como deberían, o cuando las cosas no funcionan como deberían. alguien percibe que debería hacerlo.
Los usos simples de la enfermedad como metáfora incluyen aplicaciones a cosas rotas o en mal estado. Las máquinas y la tecnología a menudo se describen en términos de su salud: por ejemplo, un motor que suena mal o una computadora enferma con un virus. La hierba, los árboles y los campos se describen de manera similar: por ejemplo, un césped insalubre, un árbol enfermo o una cosecha enferma. Esto podría extenderse a vecindarios o partes de un país. Asimismo, las relaciones interpersonales, sociales, económicas y políticas se mencionan con frecuencia en términos de buena o mala salud: por ejemplo, un matrimonio insalubre, una sociedad enferma, un negocio enfermo o un sistema de justicia enfermo.
Las enfermedades específicas también se utilizan como analogías en los argumentos y el lenguaje descriptivo. Las enfermedades mentales como la esquizofrenia, ADD (trastorno por déficit de atención) y la enfermedad de Alzheimer se utilizan a menudo como figuras retóricas para cualquier cosa que exhiba cualidades de desorganización, falta de concentración u olvido. En ocasiones, la obesidad se aplica al exceso o al exceso, mientras que la anorexia se aplica al adelgazamiento, la negación o la parsimonia extremos. El cáncer se usa retóricamente, especialmente en argumentos políticos, para describir cualquier cosa peligrosa, perniciosa o insidiosa. Esto incluiría cosas que son muy malas, difíciles de ver y que operan con una agenda oculta, egoísta o maliciosa.
En la literatura y la filosofía, los autores han utilizado ampliamente la enfermedad como metáfora para describir los males religiosos, sociales y políticos. Los movimientos simbolista y decadente del siglo XIX utilizaron con frecuencia la enfermedad del metal como un análogo de la sensibilidad artística. Varias escuelas modernas de literatura y filosofía, como el existencialismo, hicieron frecuentes analogías entre la enfermedad y la corrupción o el malestar espiritual, social y político. A finales del siglo XX, se prestó una amplia atención académica a los muchos usos literarios de la enfermedad y la dolencia, lo que hizo de la enfermedad y la patología un tropo popular para la crítica y la teoría literarias.