“Ojo por ojo” es una teoría del castigo derivada de un versículo bíblico. En esencia, cuando un sistema legal utiliza este tipo de castigo, tiene como base la creencia de que el castigo debe ser igual al delito y aplicarse a la víctima. La manifestación más simple del principio del “ojo por ojo” es la venganza después de un ataque, aplicada de tal manera que el atacante original debe sufrir el mismo daño que él o ella ha causado. Más comúnmente, se puede determinar un valor por las lesiones sufridas por la víctima, y el atacante podría tener que pagarle a la víctima esa suma. En primer lugar, esto tiene sentido solo en el caso de delitos que perjudican directamente a las personas, porque delitos más abstractos como el consumo de drogas ilegales no merecen ningún castigo en los términos más literales de este modelo.
Originalmente, el versículo que contiene las palabras «ojo por ojo» probablemente estaba estableciendo una teoría de las limitaciones de la venganza. Según esta teoría, la venganza no puede escalar a un castigo mayor que el crimen original. Si bien este uso literal de la frase se ha desvanecido más o menos, todavía es posible ver una venganza literal igual mediada a través de un sistema legal en algunas áreas.
Más comúnmente, los códigos legales que operan bajo el principio prescrito por la declaración de “ojo por ojo” ofrecen castigos justos establecidos para ciertos delitos. Una persona que mata a otra persona puede ser ejecutada, pero una persona que mutila a otra persona puede tener que pagar una multa. Es posible que este principio se aplique no solo a las lesiones corporales, sino también a las pérdidas materiales, en cuyo caso la compensación necesaria es más clara. El beneficiario en estos casos es siempre la persona agraviada o sus familiares. Este principio no suele castigar a las personas por el bien público.
El sentimiento del principio de «ojo por ojo» tiene eco en muchos sistemas legales que no utilizan explícitamente esas palabras. Incluso los países que valoran la rehabilitación y la corrección no siempre se alejan mucho de este sentimiento más básico en los aspectos interpersonales. Cuando se hace daño a una persona y los tribunales deciden que se debe indemnizar, se acepta casi universalmente que la remuneración debe ajustarse al daño. Una de las principales diferencias en el derecho moderno es el reconocimiento de muchos daños intangibles, como daños emocionales, sociales o psicológicos, que pueden valorarse e incluirse en un acuerdo justo.