Un espasmo hemifacial es una contracción o espasmo incontrolable en los músculos de un lado de la cara de una persona. Se considera un trastorno neuromuscular que puede surgir de un trauma facial, nervios comprimidos, cáncer o una enfermedad subyacente como la esclerosis múltiple. Un espasmo hemifacial generalmente comienza en un área aislada, como el párpado, y se extiende por un lado de la cara con el tiempo si no se trata. Los médicos pueden recetar relajantes musculares, inyectar toxina botulínica en los músculos o realizar una cirugía invasiva para aliviar la presión sobre los nervios faciales. Las personas que reciben tratamiento generalmente alivian algunos o todos sus síntomas de inmediato, aunque muchos pacientes requieren un tratamiento continuo para suprimir los espasmos recurrentes.
La mayoría de los casos de espasmos hemifaciales surgen cuando los vasos sanguíneos se presionan contra los nervios faciales. Esto puede afectar la funcionalidad de un nervio y hacer que se contraiga involuntariamente de forma esporádica. Cualquier persona puede sufrir un espasmo hemifacial, aunque es más común en personas de edad avanzada y en personas que han sufrido una lesión en la cara, la cabeza o el tronco encefálico. En ocasiones, un tumor puede comprimir el nervio facial y provocar espasmos. Las personas con ciertos trastornos neurológicos como la esclerosis múltiple también son propensas a contracciones y tics que pueden o no estar limitados a la cara.
Un espasmo hemifacial generalmente comienza en un solo músculo, con mayor frecuencia el párpado. Puede causar espasmos irregulares y forzar el cierre del ojo de manera impredecible. Con el tiempo, puede extenderse por la cara y eventualmente afectar los músculos que controlan el movimiento de la boca. Muchas personas que sufren espasmos hemifaciales progresivos sufren tics frecuentes que afectan significativamente su habla y vista.
Por lo general, es fácil para un médico capacitado reconocer un espasmo hemifacial, aunque puede ser más difícil diagnosticar la causa. Un médico puede usar una máquina de imágenes por resonancia magnética para detectar tumores u otras anomalías visibles, y un electromiograma para descubrir otros problemas neurológicos. Un electromiograma es una pequeña aguja de precisión que se inserta en un músculo facial para registrar la actividad eléctrica e identificar espasmos irregulares.
El tratamiento para un espasmo hemifacial recurrente puede tomar la forma de medicación oral recetada, inyecciones de toxina botulínica o cirugía. Las personas con espasmos leves o poco frecuentes pueden beneficiarse de la ingesta de relajantes musculares, aunque los médicos advierten sobre el uso prolongado de estos medicamentos potencialmente adictivos. La mayoría de las personas reciben inyecciones locales de toxina botulínica para paralizar eficazmente los músculos durante un período de hasta ocho meses. Si los medicamentos y las inyecciones no son efectivos, o los espasmos son muy debilitantes, es posible que el paciente deba someterse a un procedimiento quirúrgico conocido como descompresión microvascular para mover los vasos sanguíneos y aliviar la presión sobre el nervio facial.