Los desequilibrios químicos son problemas de salud en los que faltan varias vitaminas y minerales esenciales del cuerpo, lo que resulta en una producción inadecuada de varios tipos de neurotransmisores. Cuando se produce un desequilibrio de este tipo, es posible que el cerebro, los nervios y los diversos órganos del cuerpo no funcionen dentro de los límites normales. Muchos expertos en atención médica de una amplia gama de disciplinas creen que un desequilibrio químico es la causa subyacente de dolencias como la depresión, la ansiedad y otras formas de trastornos mentales.
Un desequilibrio químico en el cerebro se produce cuando el cuerpo no recibe un suministro adecuado de nutrientes o no puede absorberlos adecuadamente. Cuando existe cualquiera de estas condiciones, el cerebro no puede fabricar neurotransmisores que ayuden a activar el sistema nervioso para que se comunique de manera eficiente con los diversos órganos del cuerpo. Esto conduce a una disminución general de la función que puede manifestarse de varias maneras, como cambios de humor, pérdida de apetito, problemas de tiroides o un aumento repentino de la frecuencia cardíaca y una sensación de peligro.
Para diagnosticar un desequilibrio químico, muchos médicos utilizarán muestras de sangre y otros fluidos corporales para determinar qué nutrientes carecen actualmente en cantidades significativas. Por lo general, se usan otras pruebas para asegurarse de que no haya ningún tipo de malignidad u otro problema de salud subyacente que esté causando que varios órganos funcionen de manera incorrecta. Si no hay un daño aparente en los órganos que pueda explicar los problemas de salud, pero los análisis de sangre muestran una falta de nutrientes en el torrente sanguíneo, es muy probable que todos los problemas de salud se deban a un desequilibrio.
El tratamiento de un desequilibrio químico a menudo requiere una combinación de varios enfoques diferentes. En el caso de un desequilibrio químico de depresión o ansiedad, se administrarán medicamentos recetados para estimular la producción de neurotransmisores o compensar la falta de transmisores de alguna manera. Esto ayuda a aliviar los síntomas del desequilibrio químico con el tiempo, lo que permite al médico y al paciente trabajar hacia una solución más permanente.
Los tratamientos a largo plazo a menudo incluyen cambios en el estilo de vida, como ajustar los hábitos dietéticos para garantizar que el cuerpo reciba una nutrición adecuada, ejercicio diario para promover la producción de endorfinas que ayudan a elevar el estado de ánimo y usar suplementos para infundir al cuerpo los nutrientes que proporcionan los componentes básicos para neurotransmisores en general. La terapia también suele ser útil para tratar la causa subyacente del desequilibrio, especialmente cuando se trata de estrés. Dado que los períodos prolongados de estrés pueden socavar la capacidad del cuerpo para absorber los nutrientes de manera adecuada, aprender a minimizar o lidiar con el estrés de manera más efectiva es imperativo para el proceso de recuperación.
Corregir un desequilibrio químico es una tarea que no se logra de la noche a la mañana. Dependiendo de la gravedad de la situación, puede llevar meses o incluso años restaurar al individuo a un estado de salud equitativo. Afortunadamente, la medicina moderna ha hecho posible emplear métodos que no se conocían hace unas décadas, brindando alivio a muchas personas que habrían sufrido un desequilibrio no detectado y, por lo tanto, no tratado durante muchos años.