El diseño se refiere a la planificación que es la base para hacer las cosas. Existen diferentes filosofías, enfoques y métodos de diseño. El diseño logra un equilibrio entre varios componentes diferentes y, según la situación, puede dar más peso a uno u otro. Por ejemplo, uno podría centrarse en los materiales y preguntar qué se podría hacer con una determinada colección de artículos, o podría centrarse en la estética e intentar imaginar el objeto más hermoso para colocar en un determinado entorno. El diseño funcional puede referirse a un enfoque en la función en lugar de la estética, una preocupación por los objetivos en lugar de los componentes, o puede referirse al uso de un documento de requisitos completo para guiar el desarrollo y las pruebas o una técnica de modelado por computadora. Además, el diseño funcional es una parte integral de la especificación de diseño funcional.
La mayoría de las veces, el diseño funcional se utiliza para significar que la funcionalidad del producto se tiene en cuenta de manera importante a medida que se imagina y construye. Para que un producto termine siendo funcional, tanto el usuario final como el cliente deben ser considerados durante todo el proceso de diseño. Puede ser necesario un poco de trabajo para describir con precisión al público objetivo.
El proceso de diseño funcional comienza con el objetivo del producto: una declaración clara de lo que se supone que debe hacer. Esto no significa que lo que el cliente quiera que haga sea lo único que el usuario hará con él. Necesita hacer bien lo que fue hecho para hacer.
Por lo general, el usuario final no está representado directamente en el proceso de diseño funcional, por lo que sus respuestas deben ser imaginadas. Los diseñadores también deben imaginar su capacidad para aprender a usar el producto, para integrarlo con otros productos que ya tiene, o para adaptarlo a sus circunstancias únicas, si es el tipo de producto que está destinado a ser personalizado. La similitud del diseño con los productos existentes y la documentación bien hecha pueden contribuir a la experiencia del usuario final; es decir, los pensamientos sobre cosas que no son intrínsecas al producto en sí pueden ayudar a que el producto sea más funcional para el usuario de lo que sería de otra manera.
Con cualquier producto que deba conectarse, se debe establecer un sistema de retroalimentación. La gente está acostumbrada a la luz que les dice que la aspiradora está enchufada y al sonido divertido en su software de procesamiento de texto que les dice que han intentado hacer algo que no tiene un resultado razonable. Parte del diseño funcional es hacerle saber al usuario que el producto está funcionando o no. Además, si algo no funciona o el usuario intentó algo que falló, un producto bien diseñado ayudará al usuario a volver a encarrilar las cosas.