¿Qué es el déficit estructural?

El déficit estructural es un déficit del gobierno que es independiente del ciclo económico; permanece incluso cuando una economía está en su máximo potencial. Esto se crea cuando un gobierno está gastando más de lo que puede generar un promedio de ingresos fiscales a largo plazo. El componente del presupuesto que depende de los flujos y reflujos del ciclo económico se denomina déficit cíclico. Los economistas generalmente sostienen que el déficit estructural es mucho más grave que el cíclico, ya que implica un gasto insostenible.

El déficit se produce cuando los ingresos fiscales de un gobierno no cubren completamente sus gastos. Durante una recesión, el componente cíclico del déficit suele aumentar por varias razones. En primer lugar, una recesión significa que el ingreso neto de un país ha caído por debajo del potencial, por lo que la cantidad de ingresos imponibles será menor que el promedio. En segundo lugar, los gobiernos tienden a reducir las tasas impositivas durante las recesiones para estimular la economía. En tercer lugar, el gasto en programas sociales como asistencia social, Medicaid y cupones de alimentos también tiende a aumentar durante una recesión.

La economía keynesiana, una teoría económica influyente, aboga por asumir el déficit cíclico cuando podría acelerar la recuperación de una recesión. Sin embargo, asumir un déficit estructural elevado no se considera en general una estrategia deseable porque se mantiene incluso cuando la economía está en pleno empleo. El pleno empleo nunca se logra realmente en un país real, pero puede ser útil en un modelo económico para demostrar el límite superior del potencial de generación de ingresos de una población.

La inversión es una de las justificaciones para afrontar el déficit estructural. Los países invierten en su propio futuro de la misma manera que lo hacen los individuos. Si se considera que el pago de una inversión vale la pena incurrir en la cantidad requerida de deuda, los gobiernos piden prestado dinero y asumen un déficit estructural. Un ejemplo común de esto es la inversión en infraestructura, como carreteras y ferrocarriles. Si bien estos proyectos son costosos, crean puestos de trabajo y pueden utilizarse durante muchos años.

El déficit estructural de Estados Unidos (EE. UU.), Por ejemplo, ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas y es un tema controvertido en la política estadounidense. Los políticos rara vez se ponen de acuerdo sobre si vale la pena o no incurrir en deudas a largo plazo por una iniciativa en particular. Por un lado, determinadas inversiones pueden aumentar la seguridad y la prosperidad en años futuros. Por otro lado, los futuros contribuyentes se enfrentarán a cargos por deuda e intereses derivados del déficit estructural. Si bien incurrir en este tipo de déficit puede tener sentido en algunas situaciones, como una inminente crisis de seguridad nacional, los economistas generalmente lo advierten.