A veces, parece que hay una diferencia entre el servicio público y la política, aunque se supone que los dos conceptos son intercambiables. Los ciudadanos pueden apoyar a sus trabajadores representantes electos, pero desdeñan apasionadamente a los políticos sucios hambrientos de poder. ¿Por qué tantos políticos tienen mala reputación cuando las descripciones de sus funciones parecen tan nobles y abnegadas? La respuesta puede resultar un poco complicada.
Una de las razones por las que ciertos políticos tienen mala reputación es el proceso electoral en sí. Una vida de servicio público y elaboración de leyes no es una ocupación para introvertidos sociales, por lo que muchos candidatos a cargos locales ya son notorios supervivientes con más que suficiente confianza en sí mismos. Los candidatos a cargos políticos suelen ser muy ambiciosos por naturaleza, y con la ambición puede llegar un nivel de flexibilidad moral y ética. Algunas malas reputaciones se desarrollan porque el político ya ha tenido que comprometer una serie de creencias personales para ganar votos o popularidad.
También existe el adagio de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Algunos políticos tienen mala reputación porque el poder de la oficina los ha corrompido de alguna manera. Los cabilderos, los grupos de intereses especiales y los ciudadanos privados influyentes se acercan constantemente a legisladores profesionales, jueces y otras personas en posiciones de poder sobre los ciudadanos, quienes quieren que les brinden favores. Muchos políticos tienen suficiente integridad para resistir la corrupción, pero desafortunadamente algunos no son tan fuertes. Un político bajo una presión significativa puede tomar algunas decisiones cuestionables, lo que a su vez podría dar lugar a acusaciones de irregularidades o de obtener un beneficio personal de un cargo.
Históricamente, ha habido numerosos ejemplos de política sucia practicada por políticos igualmente sucios. Desafortunadamente para la mayoría de los funcionarios honestos, estos incidentes a menudo dominan los medios públicos. En consecuencia, varios políticos eficaces tienen mala reputación solo por asociación. Si un político es capaz de hacer trucos sucios o dejar de cumplir con sus deberes, entonces todos pueden ser igualmente capaces de cometer algún delito. Esta percepción general de los políticos se vuelve aún más pronunciada durante las campañas electorales, donde los candidatos tienen la influencia para exponer las deficiencias políticas y personales de los demás.
La elaboración profesional de leyes y el servicio público requieren una cierta cantidad de sacrificio personal y profesional, ya que muchos trabajos del sector privado son más lucrativos y menos exigentes que la política. A veces, un político obtiene una mala reputación porque es impulsado por personas con buenas intenciones, pero también tiene pocas habilidades de gestión o una personalidad pública controvertida. Algunos políticos muy eficaces se ven mal en el papel, pero en realidad son muy respetados en la arena política.