La cultura organizacional es, en términos generales, la «personalidad» o «actitud» de una organización determinada, como una empresa, grupo de voluntarios, iglesia u oficina gubernamental. La cultura de una organización afecta y está fuertemente influenciada por los objetivos y valores de esa organización, así como por la estructura administrativa y los diferentes empleados. La cultura y los valores organizacionales están estrechamente relacionados porque las organizaciones generalmente se fundan con ciertos valores en mente. Estos valores tienden a influir en la estructura organizacional, pero pueden cambiar con el tiempo a medida que diferentes personas asumen diferentes roles en la organización y la cultura general cambia. La cultura organizacional y los valores, entonces, se afectan mutuamente con el tiempo y tienden a cambiar si existe un conflicto entre ellos.
El liderazgo en una organización es uno de los factores determinantes más importantes tanto de la cultura organizacional como de los valores. Todos los líderes tienen sus propios planes, valores y objetivos, todos los cuales influyen en la forma en que lideran. Los grupos que trabajan bajo un líder particular pueden, hasta cierto punto, alterar su cultura organizacional y sus valores para reflejar mejor las metas e intereses del líder. Un buen líder debe ser capaz de alentar a sus subordinados a valorar los objetivos e intenciones de la organización y debe ser capaz de desarrollar una cultura que sea propicia para lograr esos objetivos. Un mal líder, por otro lado, puede valorar el prestigio personal y el avance, y su comportamiento podría resultar en el desarrollo de una cultura que se basa en apaciguar e impresionar al líder en lugar de lograr los objetivos de la organización en su conjunto.
Los «valores» de una organización incluyen ideas sobre los tipos de objetivos que las personas que pertenecen a esa organización deben tratar de lograr y la forma en que deben comportarse mientras trabajan para alcanzar esos objetivos. La cultura y los valores de la organización están vinculados en esa cultura que a menudo refleja el grado en que los empleados se alinean personalmente con los valores de la organización. Una organización cuyos empleados aprueben personalmente sus valores y objetivos probablemente tendrá una cultura fuerte y natural basada en un impulso mutuo para avanzar en esos objetivos. Una organización con empleados que sienten poca conexión personal con sus valores y objetivos, por otro lado, puede necesitar una estructura jerárquica estricta con una gran cantidad de burocracia para mantenerse productiva.
En algunos casos, la cultura organizacional y los valores están desalineados. Una empresa, por ejemplo, puede afirmar que valora el avance y el progreso, pero luego ofrece oportunidades limitadas para que los empleados avancen. Tal conflicto a menudo resulta en una cultura débil que puede conducir a una productividad reducida y una alta tasa de rotación de empleados.
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