Si bien tanto la planificación financiera como el presupuesto son herramientas importantes para crear una situación financiera estable para un individuo, un hogar o una empresa, cada función proporciona beneficios específicos. Esencialmente, el presupuesto hace posible manejar los costos y gastos diarios de una manera que mantenga la operación en marcha. La planificación financiera permite tener un destino u objetivo para ese movimiento, lo que a su vez mejora el trabajo del presupuesto.
Una forma de comprender la diferencia entre la planificación financiera y la presupuestación es percibir la planificación como la identificación de una meta, mientras que la presupuestación es la herramienta utilizada para hacer posible la realización de esa meta. Por ejemplo, si el objetivo es reservar fondos para la educación universitaria de un niño, la planificación financiera pasará por el proceso de determinar cuánto dinero debe reservarse para financiar cuatro años en la institución de elección. Una vez que el objetivo es claro, es posible observar el flujo de ingresos disponible y determinar cuánto dinero debe reservarse en cada período de pago para ahorrar la cantidad deseada de dinero. Esa cantidad se incluye como una partida en el presupuesto del hogar y, si se reserva fielmente cada período de pago, tendrá a mano los fondos cuando el niño se embarque en su carrera universitaria.
Este mismo enfoque general para la planificación financiera y el presupuesto se puede utilizar para proyectos financieros a corto y largo plazo. Un objetivo como comprar un nuevo electrodoméstico implicará investigar la compra e identificar el modelo exacto que se desea y el precio total de compra de ese modelo en particular. A partir de ahí, se evalúa el presupuesto familiar y los fondos se desvían para realizar la compra, ya sea asignando fondos para pagar la deuda de la tarjeta de crédito contraída para comprar el electrodoméstico o apartando dinero para un número específico de períodos de pago para comprar el electrodoméstico de inmediato. Con ambos enfoques, establecer metas, planificar una forma de alcanzar esas metas y luego presupuestar para que las metas se cumplan es una secuencia lógica que puede funcionar en casi cualquier situación.
Es importante tener en cuenta que para que esta secuencia de planificación financiera y presupuesto funcione, debe haber una cantidad adecuada de ingresos disponible para crear un presupuesto viable. La administración del flujo de efectivo es importante para establecer cualquier tipo de objetivos financieros, ya sea que esos objetivos estén asociados con la planificación de la jubilación, la planificación del patrimonio o la planificación fiscal. Sin un flujo de caja adecuado, es imposible crear un presupuesto viable y eventualmente alcanzar los objetivos deseados. Por esta razón, a veces es necesario ajustar la planificación financiera para acomodar el nivel actual de ingresos y establecer expectativas razonables y plazos para lograr los objetivos deseados. Tenga en cuenta que a medida que aumentan los ingresos, siempre es posible reevaluar la planificación financiera y el presupuesto, y ajustar las asignaciones de partidas para acelerar el logro de los objetivos establecidos.
Inteligente de activos.