La discapacidad o trastorno del aprendizaje no verbal es una condición de aprendizaje en la que el niño experimenta dificultades para comprender las lecciones que involucran la comunicación no verbal, generalmente en el entorno escolar. Algunos niños pueden sufrir deficiencias en las habilidades sociales y motoras, lo que hace que se alejen de sus compañeros y se vuelvan tímidos. La discapacidad de aprendizaje no verbal a menudo no se diagnostica o se diagnostica erróneamente como trastorno por déficit de atención (TDA) o trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), a veces incluso para el autismo, ya que estos trastornos pueden presentar síntomas similares.
La persona que identificó y nombró la discapacidad de aprendizaje no verbal como tal fue el Dr. Byron P. Rourke, un neuropsicólogo que, en 1985, definió el trastorno como «una disfunción del hemisferio derecho del cerebro». Esta parte del cerebro es responsable de procesar la información “espacial, intuitiva, organizativa y evaluativa” considerada no verbal. Otra posible causa que señaló el Dr. Rourke es el deterioro de la sustancia blanca del sistema neural, lo que resulta en una mala transmisión de «mensajes» entre el hemisferio derecho e izquierdo. No se sabe con certeza si la herencia y los genes son factores importantes para el trastorno del aprendizaje no verbal.
Contrariamente a la creencia popular, un niño que sufre de una discapacidad de aprendizaje no verbal es a menudo excepcionalmente brillante, a veces incluso se le considera «superdotado», según las pruebas de cociente inteligente (CI). También es muy articulado, se expresa muy bien a través de medios verbales y tiende a ser hábil en la lectura. Sin embargo, sus dificultades surgen en la comprensión de lecciones matemáticas como problemas de palabras y formas geométricas. El niño también puede tener un mal sentido de la orientación y no le va bien en la comprensión de conceptos científicos y abstractos; en cambio, los entiende en un sentido literal. También se puede observar que carece de habilidades motoras y de coordinación, como en los deportes y otras actividades físicas, especialmente en la región izquierda de su cuerpo.
Aparte de las habilidades motoras y de razonamiento abstracto, un niño con discapacidad de aprendizaje no verbal tiende a tener pocas habilidades sociales y no le va bien en las actividades grupales. No sabe cómo procesar las señales no verbales que suelen expresar emociones, como una sonrisa, un ceño fruncido o un bostezo. Como resultado, el niño a menudo tendrá dificultades para hacer y mantener amigos, y recurrirá a volverse retraído y solo.
Tratar a un niño con discapacidad de aprendizaje no verbal requiere mucho «entrenamiento», tanto para el tutor como para el niño. Las rutinas y un entorno predecible ayudarán al niño a sentirse cómodo y le darán la seguridad de que puede realizar bien determinadas actividades. Si se produce algún cambio, el tutor debe preparar al niño y hablar con él con anticipación. Anotar cualquier tarea, actividad y otros eventos ayudará al niño a retener y organizar la información en un idioma que comprenda. El tratamiento también puede implicar someterse a terapias conductuales y de lenguaje para lidiar con las habilidades sociales.