El trastorno de personalidad por evitación es una enfermedad mental que hace que las personas tímidas cambien sus vidas para no tener que enfrentarse nunca a situaciones sociales incómodas. Las personas con esta afección tienden a trabajar solas y, a menudo, viven vidas muy aisladas. Muchas personas sufren de varios trastornos de ansiedad, pero lo que separa a esos individuos de los que padecen el trastorno de personalidad por evitación es la forma en que reaccionan a sus sentimientos de ansiedad. Se desconoce la causa exacta del trastorno de personalidad por evitación, pero muchos médicos piensan que podría ser una combinación de factores heredados y experiencias de vida. El tratamiento es posible, pero el éxito en general es muy incierto, en parte porque los pacientes a menudo se muestran reacios a afrontar sus problemas.
Las personas con trastorno de personalidad por evitación pueden tener amigos, pero por lo general tienen un número relativamente pequeño y es posible que ni siquiera puedan disfrutar de pasar tiempo con ellos. Algunos de ellos incluso tienen problemas para pasar tiempo con sus propias familias y también pueden encontrar formas de evitar ese tipo de contacto. Esta falta de contacto íntimo puede provocar depresión y, a veces, la afección puede diagnosticarse erróneamente como depresión clínica.
Las personas generalmente desarrollan los síntomas iniciales de este trastorno durante la infancia y, a menudo, empeoran con el tiempo. Algunos expertos piensan que comienza como una simple timidez, y la reacción de otras personas a esa timidez hace que el individuo se retire de cualquier contacto social hasta que finalmente se vuelve paralizante. A medida que los pacientes envejecen, se vuelven más hábiles y especializados en sus métodos de evitación. En muchos casos, cambian tanto sus vidas que casi nunca experimentan ansiedad social porque nunca se encuentran con situaciones en las que pueda ocurrir.
El enfoque más común de tratamiento es centrarse en la psicoterapia. El médico a menudo intentará encontrar creencias limitantes en la mente de los pacientes y ayudarlos a cambiar su forma de pensar. A veces, la medicación se puede utilizar junto con la terapia para ayudar y hacer que el paciente se sienta más cómodo con los encuentros sociales diarios. A menudo se requiere precaución por parte del terapeuta, porque estas personas a veces pueden reaccionar muy mal a sesiones terapéuticas extremadamente intensas. La terapia, desde su perspectiva, a menudo se ve como una especie de contacto social, y si no funciona bien, es muy probable que la abandonen.
La tendencia habitual de estos individuos a evitar cualquier situación social es uno de los principales factores que pueden dificultar el tratamiento. Puede resultar difícil convencer a las personas con trastorno de personalidad por evitación de que busquen terapia. A menudo se dan cuenta de que tienen un problema, pero muchos de ellos prefieren seguir sufriendo antes que afrontar el contacto social necesario para sanar. Cuando los pacientes siguen la terapia, a menudo pueden mejorar, al menos hasta cierto punto.