¿Qué es la fuga urinaria?

La pérdida de orina, también conocida como incontinencia urinaria, es una condición en la que una persona pierde el control de las funciones de su vejiga. La fuga puede ser leve y dar como resultado unas gotas de orina. Los casos más graves se caracterizan por una fuga que es tan fuerte e incontrolable que afecta la rutina normal de una persona.
Puede ocurrir una fuga urinaria breve y única después de beber cafeína o alcohol porque estas sustancias fortalecen naturalmente la necesidad de orinar. Las bebidas con carbonatación, especialmente los refrescos, pueden provocar fugas porque pueden inflamar la vejiga. Ciertos medicamentos, como sedantes y relajantes musculares, pueden causar pérdidas a corto plazo.

Los casos leves de pérdida de orina generalmente se deben a la presión física sobre la vejiga. La orina puede salir de la vejiga durante el esfuerzo físico o después de toser o reír con fuerza, sin una sensación de urgencia de antemano. Este tipo de pérdida ocurre a menudo en personas con músculos de control de la vejiga debilitados, conocidos como esfínteres. Los esfínteres pueden verse afectados debido al embarazo o la menopausia en las mujeres, o la cirugía de próstata en los hombres.

En casos graves de pérdida de orina, una persona siente un impulso físico incontrolable de orinar que es tan fuerte que no puede llegar al baño a tiempo. Los impulsos severos pueden ser causados ​​por una variedad de condiciones preexistentes, como un accidente cerebrovascular o esclerosis múltiple. También puede ser un síntoma de trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson o la enfermedad de Alzheimer. También pueden producirse fugas graves debido a infecciones bacterianas en el tracto urinario.

La pérdida funcional de orina es un tipo de pérdida que ocurre con mayor frecuencia en los ancianos. Pueden tener condiciones físicas que les impidan llegar al baño o poder realizar los pasos necesarios sin ayuda. Si las personas tienen un impedimento mental, pueden experimentar pérdidas porque no reconocen las señales de advertencia de la micción o no saben cómo ubicar un inodoro.

El tipo más grave de pérdida urinaria ocurre cuando hay problemas anatómicos con la vejiga. Algunas personas pueden nacer con defectos que no permiten que la vejiga retenga la orina. La función de la vejiga también puede dañarse después de una lesión en el tracto urinario o la médula espinal.

La pérdida de orina se puede tratar con cambios en el estilo de vida, como dejar de consumir cafeína o alcohol. También se puede tratar con el entrenamiento de la vejiga, en el que una persona aprende a controlar la micción siguiendo un horario y orinando a la misma hora durante el día. Si se produce una fuga debido a músculos del esfínter debilitados, se pueden fortalecer mediante la realización de ejercicios en los que se contraen y liberan los músculos. Finalmente, se puede realizar una cirugía si existe un problema físico con la vejiga.

Pueden surgir complicaciones graves si no se trata la pérdida de orina. Si la piel se moja constantemente con orina, puede irritarse y cubrirse de llagas. Las personas con fugas graves pueden aislarse o deprimirse. Las fugas también pueden ser indicativas de afecciones subyacentes, como la diabetes, por lo que no tratarlas podría evitar que se diagnostiquen otras afecciones.