La escleritis es una inflamación de la sección blanca de la capa externa del globo ocular, también conocida como esclerótica. Existe una variedad de formas de la afección, con una variedad de posibles síntomas graves. Por lo general, es una afección tratable, pero puede estar relacionada con problemas subyacentes.
La esclerótica es una capa protectora para su ojo, compuesta de tejido conectivo. La mayoría de la gente lo conoce simplemente como el blanco del ojo, aunque el color puede variar ligeramente en niños y ancianos. Además de mantener la forma redonda del ojo, protege gran parte de las partes internas operativas del ojo.
En casos raros, la escleritis afecta la parte posterior del ojo, una afección conocida como escleritis posterior. Sin embargo, la mayoría de los casos son de escleritis anterior, que afectan la parte de la esclerótica que es visible. La afección generalmente implica enrojecimiento persistente de la sección afectada, acompañado de un dolor que puede ser constante o pulsátil.
La forma más común se conoce como escleritis anterior difusa. Los casos más avanzados pueden involucrar escleritis anterior nodular en la que aparecen pequeñas hinchazones rojas individuales. Esto tiene alrededor de un 20 por ciento de riesgo de convertirse en escleritis necrotizante, la forma más grave. También conocida como escleritis musculosa, esto implica una inflamación severa hasta el punto de que la esclerótica se adelgaza.
En algunos casos, el adelgazamiento de la esclerótica puede provocar la formación de protuberancias. En casos graves, la esclerótica se adelgaza tanto que el globo ocular corre el riesgo de perforarse. Otros riesgos de la escleritis incluyen daño a la córnea, que es el material transparente protector frente al iris y la pupila. La escleritis también puede provocar daños en la parte posterior del ojo.
Generalmente, la escleritis se desarrolla como resultado de condiciones subyacentes. Estos suelen estar relacionados con el tejido conectivo o enfermedades autoinmunes. Las afecciones más comunes detrás de la escleritis son la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante.
La escleritis generalmente se diagnostica mediante un examen físico realizado por un oftalmólogo. Las tomografías computarizadas y las resonancias magnéticas pueden ayudar a detectar algunos casos. Sin embargo, la mayor parte de la evidencia de escleritis es fácilmente visible, por lo que generalmente no se necesitan escáneres.
En muchos casos, la escleritis se puede tratar simplemente con medicamentos antiinflamatorios no esteroides para reducir el dolor y la inflamación. Esto eliminará los síntomas, pero aún será necesario tratar el problema subyacente que provocó la escleritis. En casos graves, se pueden requerir esteroides o medicamentos inmunosupresores para tratar la escleritis.