¿Qué es una neoplasia epitelial?

Cuando las células epiteliales se replican sin control, los médicos se refieren al crecimiento inusual como adenoma o neoplasia epitelial. Las células epiteliales se encuentran en la piel, en las glándulas, órganos y tejidos vasculares, y en el revestimiento de las cavidades corporales. Los crecimientos anormales pueden formarse en cualquier parte del cuerpo y pueden ser benignos o malignos. El tratamiento de las neoplasias benignas depende de los síntomas, pero los médicos prefieren tratar las neoplasias malignas de forma más agresiva para inhibir la metástasis si es posible.

Los códigos genéticos de algunas células no contienen las mismas reglas de división que se encuentran en las células normales. En lugar de reproducirse con fines de reparación o reemplazo, una célula epitelial puede continuar dividiéndose y creciendo más allá de lo normal, convirtiéndose en una neoplasia epitelial. El crecimiento inusual puede ocurrir como resultado de un rasgo heredado o de la exposición a factores ambientales que incluyen químicos o radiación. Los virus también pueden contribuir a anomalías celulares genéticas. Estas neoplasias pueden ser firmes o duras al tacto y varían en coloración y tamaño.

Los ejemplos de neoplasias epiteliales benignas incluyen lunares simples en la piel y tumores fibroides uterinos más complejos. Las neoplasias benignas crecen lentamente mientras empujan el tejido normal hacia fuera. Estos crecimientos suelen tener bordes bien definidos y suelen estar confinados dentro de una cápsula. Tras el examen microscópico, las células dentro de la masa pueden parecerse a las del tejido circundante. Dependiendo del tamaño de la neoplasia, puede incluir su propio sistema de vasos sanguíneos.

Las neoplasias malignas, a diferencia de las benignas, suelen tener bordes mal definidos, ya que la neoplasia a menudo invade el tejido circundante, mezclando células normales con células claramente diferentes. Estos tumores crecen a un ritmo mucho más rápido que las anomalías benignas, que en ocasiones existen durante años sin diagnóstico. A menudo, las masas malignas tienen una combinación de células necróticas y de crecimiento activo, y pueden presentar hemorragia, inflamación e infección. Las células malignas invaden los tejidos normales de las glándulas, los vasos sanguíneos y linfáticos y los músculos. Pueden aparecer múltiples crecimientos en la misma área, pero las células también pueden hacer metástasis, desprendiéndose del tumor original y viajando a través del torrente sanguíneo y el sistema linfático, adhiriéndose y creciendo en otras áreas.

Aunque una neoplasia epitelial benigna no suele ser peligrosa, puede causar molestias o interferir con la función del órgano a medida que la masa comprime el tejido circundante. El diagnóstico y la distinción entre tipos de neoplasias pueden requerir estudios de imágenes, biopsias con aguja o extirpación quirúrgica de parte del crecimiento anormal. Los cirujanos pueden extirpar una neoplasia epitelial benigna que se ha convertido en una molestia, pero las masas malignas generalmente requieren más que un tipo de terapia, dependiendo de la ubicación y extensión de la metástasis.